El juicio oral del ex presidente de Cataluña, Arturo Mas, ha constituido una burla y una vergüenza para toda España.
Primero se ha negado a contestar a las preguntas del fiscal y del tribunal, cosa que puede hacer sin duda, gracias a nuestro Derecho Penal, garantista al máximo de los derechos de los encausados. Pero tanto el sentido común como el modo típico de proceder del sujeto a que nos referimos, hace que su conducta constituya, más que el uso de una facultad procesal, un desprecio hacia la justicia y una enorme falta de educación que él hace con la enorme satisfacción que esta conducta le procura
Pero esto no es todo. Dice, respondiendo a las preguntas de su abogado defensor, que a él no se le puede achacar un delito de desobediencia, porque el Tribunal Constitucional no le había advertido de las consecuencias de su conducta, pues no consideraba ilegal la convocatoria del referéndum y, en consecuencia, sacar las urnas a la calle es algo que debía de habérsele dicho que no era legal.
Decir esto, no hace falta ser abogado, para constatar que es una majadería enorme, pues uno de los primeros artículos de nuestro Código Civil dice que «la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento». Pero claro está que para él nuestra Ley sustantiva civil no tiene interés ni aplicación, pues es la legislación de España y «él no es español», no teniendo por tanto, según el credo separatista, obligación alguna de conocerla.
Todo ello no merece otro comentario que decir que si lo que pretendía era reírse de nosotros, lo ha conseguido cumplidamente. Lamentable…
Ahora bien, Mas ya no es presidente. Ahora dirigen la secesión y la locura catalanista otros sujetos tan patéticos y tan sectarios como Puigdemont y sus secuaces, a quienes ya ha advertido el Tribunal Constitucional que la convocatoria del referéndum es ilegal y que poner las urnas en la calle puede tener consecuencias penales graves.
Pero erre que erre, estos «patriotas» han dicho que pase lo que pase el referéndum separatista se celebrará sí o sí en el curso del presente año.
Cuando se sienten en el banquillo, no solamente se negarán a contestar al fiscal o a los magistrados, sino que tampoco podrán responder a las preguntas de sus abogados defensores, porque ya no podrán ni siquiera alegar la simpleza de Mas de que no habían sido advertidos.
En DENAES, creemos que ya está bien de «paños calientes». El Gobierno de España debe de tomar una actitud firme y seria con estos sujetos atrabiliarios, traidores y, además prepotentes, suspendiendo la autonomía, cosa prevista en la Constitución y, además sentándolos en el banquillo acusados de sedición.
De no hacerlo así, tanto los españoles como los catalanes que repudian el separatismo, se sentirán desamparados, burlados y despreciados, cosa que traerá graves consecuencias, tanto al propio Gobierno de España, como a los Partidos Políticos Constitucionalistas que lo sostienen.