Tal amenaza secesionista, en cualquiera de sus formas, puede terminar por poner en peligro a toda la Nación, por lo que las fuerzas políticas nacionales deberían tomar buena nota de ella.


martitegui-3.jpgCaía ayer en Montauriol, pequeña localidad del sur de Francia cercana a Perpiñán, Jurdan Martitegi Lizaso, alias Arlas, supuesto jefe de la estructura «militar» de la banda terrorista antiespañola ETA. La detención, resultado de la colaboración de las policías francesas y españolas, representa sin duda alguna una excelente noticia para la Nación española de la que comenzamos por felicitarnos desde la Fundación DENAES. En efecto, este descabezamiento del entramado «militar» de ETA constituye una victoria de la Nación tanto más cuanto es el caso que tal operación vendría, como se ha recordado estos días, a sumarse a una sucesión de detenciones de diferentes líderes de la banda secesionista que habrían caído en los últimos meses en manos de la policía (Cheroqui, Thierry, Iriondo, etc).

De hecho la semana pasada concíamos también la circunstancia de que algunos asesinos de la ETA encarcelados en diversas prisiones del territorio nacional habrían comenzado a cuestionarse la continuidad de las estragegias homicidas de dicha organización separatista (lo que ellos llaman «lucha armada») dando de esta manera testimonio del grado de desmoralización que, al parecer, habría comenzado a prender entre muchos y muy destacados dirigentes de la banda terrorista.

Sin embargo, y aunque esto sea así, desde DENAES tenemos que recordar nuevamente que tales resultados de la lucha antiterrorista, sin duda importantísimos, en absoluto empecen la circunstancia fundamental de que la amenaza secesionista vasca sigue pendiendo sobre la Nación española, ya sea que esta amenaza formal contra España se trate de llevar adelante por vías terroristas (hace pocos días la ETA ponía en su punto de mira al inminente gobierno de Pachi López como objetivo prioritario de sus crímenes) como «pacíficas», siendo estas últimas desde luego tan graves como las anteriores pero acaso, eso sí, particularmente repugnantes y taimadas (véase, para botón de muestra, las últimas e intolerables declaraciones de Urkullu, Arzallus, Egibar, Irujo y compañía sobre este mismo futuro gobierno vasco y su falta de «legitimación»). Y en este sentido, que tal amenaza, en cualquiera de sus formas, termine por ponernos en peligro a todos (a toda la nación) dependerá muy especialmente de la actitud que tomen al respecto nuestros representantes políticos: comenzando por Pachi López y por José Luis Rodríguez Zapatero.

Algo de lo que sin duda las fuerzas políticas nacionales –es decir, no secesionistas– deberían tomar buena nota.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA