Lo que resulta realmente peligroso para España es que esta amenaza sea sistemáticamente encubierta desde el panfilismo presente en los partidos de ámbito nacional, que tratan, según convenga, de maquillar las primeras intenciones secesionistas con la propia propaganda estratégica del secesionismo

El secesionismo es, representado por varios grupos parlamentarios, autonómicos, municipales (que además coexisten solidarizados entre sí: Galeuzca, Declaración de Barcelona…), una amenaza formal para España como nación, suponiendo su mera existencia un hecho político anticonstitucional que amenaza con la fragmentación de la soberanía nacional española.
Esto, que es obvio -solo hay que escuchar a los representantes de estos grupos- es sistemáticamente negado por los representantes del PSOE (“Pachi” López acaba de declarar que no le “asusta” el término “nación” referido a “Euskadi”), con su comparsa IU, pero también por facciones importantísimas del PP (que contemplan con “normalidad” la posibilidad de llegar a acuerdos con estos grupos).
Y es este mismo no reconocimiento de la soberanía española por parte de estos grupos lo que hace que no se vean a sí mismos como secesionistas (no se puede romper lo que no existe), sino como grupos patrióticos de «liberación nacional» (lo que implica, paradójicamente, insistimos, el reconocimiento a su vez de una fuerza proveniente de España que «les somete»: ¿cómo puede lo que no existe someter a nadie ni a nada?), siendo así que sus intenciones “liberadoras” encubren sus primeras intenciones secesionistas: así se anuncia por parte de estos grupos la «construcción» de una nueva sociedad, se supone más próspera, obviando (a veces) que esta «construcción nacional» implica necesariamente, y en el mismo acto, la destrucción de una sociedad política nacional (España) ya constituida.
Ahora bien, la sola amenaza ya es, de hecho, un atentado contra la soberanía española y no disminuye o aumenta al hacerla explícita. Es más, a veces el no explicitarla puede suponer un aumento en su solvencia como amenaza (al quedar encubierta bajo la fórmula de «liberación nacional»).
Lo que resulta realmente peligroso para España es que esta amenaza sea sistemáticamente encubierta desde el panfilismo presente en los partidos de ámbito nacional, que tratan, según convenga, de maquillar las primeras intenciones secesionistas con la propia propaganda estratégica del secesionismo (“nacionalismo moderado”, “nacionalismo no excluyente”, nacionalismo democrático” son giros, puramente retóricos, que van en este sentido).
Pues bien, ayer Ibarreche volvió a la carga con su plan… Sigamos disimulando.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA