Las constantes manifestaciones de odio y aversión a España de los separatistas vascos y catalanes beben sus fuentes de la Leyenda Negra antiespañola que deforma nuestra Historia hasta el ridículo, alimentando así la idea de la disolución de nuestra Nación
Recientemente, una carta al director enviada a un periódico catalán por una señora residente en Tarragona, destacaba la más que notable aversión de los políticos separatistas catalanes a todo lo español, desde las más recientes pitadas al Himno Español o la clásica caracterización de los españoles como ladrones («España nos roba»), pasando por el simposio que el pasado año, bajo el título «España contra Cataluña», pretendía sentar bases «científicas» de la superioridad en todos los aspectos de una noble y culta nación catalana, oprimida por el innoble, inculto y brutal Estado Español, dentro del contexto del tercer centenario de la famosa y manipulada Diada. Tales hechos eran caracterizados por la autora de la carta como «hispanofobia».
También entre los separatistas vascos, pese al silencio de las pistolas de ETA, se manifiesta el recrudecimiento de esa denominada «hispanofobia». El pasado domingo, la localidad navarra de Berriozar vivió una carrera en favor de los presos de la banda terrorista en la que participaron etarras conocidos por sus numerosos asesinatos, como Xabier Alegria o German Rubenach. Un acto patrocinado por empresas del prestigio de Pepsi Cola o Mahou, además del propio Ayuntamiento de la localidad, en cuyo recorrido aparecieron pintadas de apoyo a los presos de ETA o de lemas de la banda terrorista como «Luchar hasta ganar». Asimismo, los corredores lucían fotografías de etarras en sus dorsales y se había dibujado en un lugar del trayecto a un etarra con una bomba en la mano. Todo para humillar lo más posible a las víctimas de ETA, consideradas por estos sujetos tarados como inferiores por ser «españoles», sin detectar en su enajenación los propios participantes que, a pesar de todos los pesares, ellos son españoles también.
Sin embargo, más que hispanofobia, que parece un término muy genérico para caracterizar el odio que unos países tienen contra otros (en el caso de España, el refrán dirá que no hay mayor odiador de su Nación que el español), preferimos utilizar el sintagma Leyenda Negra acuñado por Julián Juderías hace ya más de un siglo, en 1914, para referirse a ese método con el que numerosos seudohistoriadores han deformado la Historia de España hasta límites grotescos, convirtiéndonos en poco menos que un país indigno de figurar, por nuestro fanatismo e irracionalidad, entre la lista de naciones civilizadas. Idea que ha cuajado entre los propios españoles, siempre aquejados de un estúpido complejo de inferioridad frente a lo foráneo, y que para los separatistas antiespañoles ha sido un verdadero catalizador: de hecho, la propia idea negrolegendaria de España implica la acción efectiva en la búsqueda de su disolución y fraccionamiento.
Así, en un entorno donde la constante y cansina propaganda políticamente correcta, calcada de la maniquea Leyenda Negra, ha convertido a España en la hez de la Historia Universal, en un pueblo de cretinos incapaces de generar una tradición propia que no sea la que han parasitado de otros pueblos a los que pisotearon desde su barbarie (ya sean musulmanes, amerindios o los fabulados pueblos vasco o catalán), se parte de la premisa de una España actual que no es más que una mera «cárcel de pueblos», un artificio en un mundo donde no hay fronteras ni países y que en consecuencia conduce a la disolución de la Nación Española para favorecer la libre concurrencia de las naciones resultantes en la «Europa de los Pueblos».
De ahí que los separatistas catalanes, en el contexto del tricentenario antes citado, comenzaran a reinventar la historia señalando que personajes tan decisivos en la Historia de España como Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes o Fernando el Católico eran catalanes, pues un pueblo tan inculto como el español no pudo tener en su seno ni literatos, ni navegantes ni estadistas de tal altura; hubo de «robárselos» al más avanzado y oprimido pueblo catalán. Afirmaciones que, toleradas en nombre del pluralismo y el democratismo, esconden una realidad nada deseable: y es que varios de los ideólogos del separatismo catalán defendieron la supremacía de la que denominaban «raza catalana», a la que Pompeyo Gener caracterizó en 1900 como parte de la raza aria, en contraposición a los «mesetarios» cuyos presuntos orígenes judíos los convertían en tarados sin remedio. Desde esta delirante perspectiva, los españoles serían vistos como los nazis alemanes veían a los judíos, un pueblo de infrahombres destinado al exterminio; un pueblo que, al igual que el judío, era incapaz de acoger en su seno a científicos como Albert Einstein; mutatis mutandis, el caso del separatismo catalán y la reinvención histórica señalada, hoy camuflada bajo el manto de su lengua o su cultura como objetos sagrados a proteger frente a la amenaza de lo español…
Desde la Fundación Denaes nos hacemos eco de estas denuncias ciudadanas de hispanofobia, aunque preferimos usar el término más ajustado de elementos negrolegendarios utilizados por los separatistas en su intento de disolver la Nación Española. Tanto los separatistas vascos como los catalanes están empeñados en pisotearse a sí mismos con semejantes delirios de superioridad sobre aquellos a los que despectivamente denominan como «maquetos» o «mesetarios», ideas muy peligrosas que, al ser toleradas, fomentan la división entre los propios españoles y alimentan un escenario político que desde hace décadas está destruyendo todo lo que nos es común, lo que tanto histórica como cultural y políticamente nos pertenece, la Nación Española misma.
Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.