
Durante la tarde de ayer nuestro Presidente del Gobierno tuvo que ausentarse del debate que se estaba celebrando en el Congreso sobre los Presupuestos Generales del Estado. Al parecer, una llamada telefónica a Sarkozy, en un desesperado intento de que España no sea excluída de la cumbre financiera internacional anunciada por la mañana en Estrasburgo por el mismo Presidente francés, fue el motivo de tal ausencia.
La situación, desde luego, no puede ser más significativa. La carencia de política nacional que quiere taparse con un pretendido prestigio fuera de nuestras fronteras.
Sarkozy había anunciado quiénes debían estar: los miembros del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) más los del G-5 (el que agrupa a las principales economías emergentes de México, Brasil, China, India, y Sudáfrica). Y aunque las razones puedan ser discutibles, de lo que no se da cuenta Zapatero es de que los criterios desde los cuales él elaboraría su lista de “países aludidos” no son los mismos que los criterios manejados por Sarkozy desde su Presidencia de la Unión Europea.
No se trata de que al francés se le haya “olvidado” España, como la llamada diligente ha tenido a bien recordarle. Eso sí, con la Alianza de Civilizaciones por delante, sugiriendo, para vergüenza de los españoles, que además debería apuntar algún «país árabe importante» para que la cumbre fuera totalmente operativa.
Zapatero, tras su conversación, ha alegado “razones objetivas” para que España esté presente en la cumbre, según él por ser la octava potencia mundial. Pero su simplismo queda desbordado por la realidad internacional, mucho más compleja de lo que un sólo factor, el Producto Interior Bruto, pueda decidir. Acaso la posesión de la bomba atómica, por no hablar de la misma cohesión nacional, es una razón definitiva para hablar de los países con verdadero poder.
En cualquier caso, la nación que ha dado suficientes muestras de seguidismo de la política que otros han decidido ya por él, especialmente por el ingenuo europeísmo de su gobierno, cuando no de una completa falta de sentido de la realidad, mejor será que se mantenga discretamente callada. Algo así, suponemos, podrá pensar la Europa dirigida por Francia y Alemania.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA