El fin de semana pasado y el resto de la semana han estado marcados por los distintos congresos que PP, Ciudadanos y Unidos Podemos han realizado. El Congreso de Vistalegre II finalmente se saldó con la victoria, no demasiado holgada, de Pablo Manuel Iglesias Turrión frente a Íñigo Errejón y la reformulación del Consejo Ciudadano del partido no nacional. Victoria que ya anuncia posibles «purgas» y llamadas a la unidad (en torno al líder). La siguiente batalla será Madrid.
Ciudadanos, por su parte, concluyó en Madrid su congreso —al que asistieron los populares Martínez-Maillo y Pablo Casado, el socialista Ricardo Cortés y Guy Verhofstadt del grupo de los Liberales Europeos al que pertenece Ciudadanos— con la consolidación de su líder, Albert Rivera. El cual recibió así apoyo en su gestión y proyectos, entre los que se incluyen entrar en los gobiernos a partir del ciclo electoral municipal y autonómico que arranca en 2019 y ese cambio ideológico hacia el «liberal progresismo». Sin olvidar las consabidas referencias al «centro político», a «Europa» y la «nueva y vieja política». Se eligió así mismo al Consejo General y a la Comisión de Garantías, completando así su nueva estructura orgánica.
En el XVIII Congreso Nacional del Partido Popular —al que asistieron Miguel Gutiérrez y Begoña Villacís, de Ciudadanos—, por una abrumadora mayoría, fue reelegido por cuarta vez como líder Mariano Rajoy. En su discurso señaló que es consciente de que gobierna en minoría, por lo que indicó que el diálogo —esa panacea— marcará la presente legislatura. También se mostró dispuesto, una vez más, a hacer «concesiones» siempre que estas sean «razonables» para evitar nuevas elecciones. Pero también afirmó que no está dispuesto a enmendar todo «su legado», sea lo que sea eso.
El congreso popular también contó con su dosis de polémica, protagonizada por María Dolores de Cospedal, presidenta del PP en Castilla-La Mancha y ministra de Defensa. La posibilidad de ejercer bien ambas funciones había sido cuestionada hasta tener que llevarla a votación, de la que salió finalmente indemne. También pronunció un discurso de calado para nuestro editorial de hoy, pues la ministra de Defensa habló de la necesidad de mostrarse humildes y aprender de sus errores para rescatar todos los votos perdidos: la confrontación con Ciudadanos está más que servida. «Tenemos que descubrir por qué hay mucha gente que dejó de creer en nosotros. Entendamos sus inquietudes, sus miedos, sus circunstancias y averigüemos qué les preocupa», dijo. Y en clara referencia a Podemos afirmó que «o damos las respuestas nosotros o las dará la casta populista que lucha por librar a la humanidad de esa plaga que es la prosperidad económica y el bienestar». Rajoy también señaló que el Gobierno no permitirá la celebración de ningún referéndum —cosa que ya ha afirmado otras veces con dudoso cumplimiento— ni comerciar con el proceso que conduce a la liquidación de España —algo que también puede tomarse con escepticismo—. La obligación de su Ejecutivo es, dijo, «cumplir y hacer cumplir las leyes». Pero, al menos en lo segundo, en todos estos años quizá no se ha puesto todo el empeño que se debiera.
Con un PSOE a la deriva, aún sin líder, vemos cómo el resto de partidos han consolidado sus liderazgos y empiezan a definir sus programas de cara a las próximas elecciones. En constante referencia unos a otros, la dialéctica de partidos va a presidir pues, de aquí a 2019, los movimientos de las distintas formaciones políticas. Sin embargo, desde DENAES no queremos dejar de recordar la debilidad del Gobierno en minoría, que puede peligrar aún más en la lucha constante entre PP y Ciudadanos, a pesar del acuerdo. Y es que aunque las reformas económicas parecen dar lentos resultados, con un desafío soberanista en ciernes y creciente la estabilidad y unidad política frente al nacionalismo, y todos aquellos partidos que de un modo u otro lo apoyan y/o justifican, es necesaria. Así pues, en DENAES queremos remarcar una vez más que por encima de cada partido político está la Nación política española, fundamento de cada uno de ellos y de la democracia misma, y que a pesar de sus comprensibles pugnas, éstas nunca pueden llevar a perder de vista la necesidad de unidad y solidaridad, frente a terceros.
Fundación para la Defensa de la Nación Española.