Los medios de comunicación ya han aceptado su papel en el retorno al despotismo ilustrado al que nos somete este gobierno…

Se ha destacado de forma interesada que los dos debates «cara a cara» que han tenido lugar entre Zapatero y Rajoy, quince años después de los de Aznar y González, son un hecho histórico de la televisión y la democracia. Pero tomar como «hecho histórico» un diálogo de sordos, que suele ser la característica fundamental de unos debates pactados previamente, con unos turnos de tiempo prefijados y preparados hasta la saciedad con los asesores, se antoja como mínimo un calificativo exagerado. Incluso sobraría el debate si se tomara como referencia que las opiniones de cada uno ya están prefijadas de antemano, sin moverse un milímetro.
Sentadas estas bases, lo cierto es que en los debates quien planteó
argumentos objetivos fue Mariano Rajoy: Pacto antiterrorista roto por el
PSOE, Pacto del Tinell firmado por el PSOE para echar a la media España
representada por el PP de la política, inflación de los precios de la
vivienda protegida a causa de pelotazos urbanísticos, etc. Mientras,
Zapatero, henchido de paz y de palabrería hueca como solidaridad,
consenso, etc., comenzaba una labor de obstruccionismo sobre los turnos de Rajoy, que se hizo cada vez más patente en el bloque final del primer debate y continuó en el segundo, lo que le permitió ganar más empaque al no tener que ir a remolque de su contrincante ideológico.
No obstante, una característica que marcó los debates fue que, ante las
argumentaciones dialécticas sobre economía e inmigración planteadas por Rajoy, Zapatero optó por el silencio. Ante una audiencia que percibe las argumentaciones de ambos en directo, sin comentarios ni omisiones, no puede haber dudas de quién perdió los debates al negarse Zapatero a responder, hasta tres veces como San Pedro, a la pregunta de inmigración de Rajoy en el primer debate.
Sin embargo, la prensa nacional, afín al PSOE en la inmensa mayoría de los casos, se encargó de salvar la cara del candidato socialista, apelando a su mejor presencia ante la cámara, su pose, su carisma, su belleza y otros aspectos que hacían más agradable su mensaje al público. Todo rematado con la idea de que, en el fondo, si Zapatero no gana, tampoco Rajoy, pues los políticos siempre se están enfrentando y no se preocupan de los problemas de la gente. Dando a entender semejantes periodistas que el terrorismo, los pactos antidemocráticos para echar del parlamento a la media España que representa el PP o la inmigración no son problemas que afectan a los españoles.
Pero los medios de comunicación ya han aceptado su papel en el retorno al despotismo ilustrado al que nos somete este gobierno, y que la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española no puede dejar de denunciar. Los periodistas consideran a la ciudadanía como una suerte de menores de edad, y sus opiniones inferiores
a las de los «intelectuales» del régimen. En consecuencia, les «orientan»
mediante las correspondientes encuestas demoscópicas para que sepan quién ha ganado realmente el debate. También descalifican las opiniones contrarias al gobierno de los ciudadanos como producto de la enajenación y de la mala fe de quienes están presos de un ciego partidismo, se llamen Alcaraz o Rajoy o pertenezcan a la AVT o a la Iglesia católica. Si ese pueblo acepta sumisamente el retorno a la minoría de edad, si es incapaz de distinguir entre los argumentos dialécticos y la retórica de vendedor ambulante de Zapatero, tendrá el gobierno que se merece.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA