En la misma semana en la que se conmemora la efeméride del fallecimiento de Blas de Lezo, el marino español que humilló a Inglaterra, hemos conocido que finalmente Arnaldo Otegi no ha sido autorizado como candidato a la presidencia en las inminentes elecciones vascas
El pasado 7 de Septiembre se cumplieron los 275 años del fallecimiento del ilustre Blas de Lezo, «el hombre que humilló a Inglaterra», quien al mando de unas escasas tropas españolas supo contener a la armada británica del arrogante Sir Edward Vernon, que se estrelló una y otra vez frente a la organizadísima tropa que defendía la ciudad americana de Cartagena de Indias, en el Virreinato de Nueva Granada. Del 13 de Marzo al 20 de Mayo de 1741, se dibujó la gloria del ilustre «mediohombre», que sin embargo moriría apenas cuatro meses después, cayendo a continuación en el más profundo olvido. Un olvido que se ha ido suprimiendo con diferentes homenajes tanto en Colombia, nación que tiene el honor de albergar hoy día la ciudad de su leyenda, Cartagena de Indias, como en nuestra Nación Española.
De hecho, tal era el olvido sufrido por Lezo, que hasta no hace mucho tiempo en la americana Cartagena lucía una placa en honor al almirante Vernon, sufragada por la pérfida Albión, y no la estatua de Blas de Lezo que hoy día luce con orgullo en la zona histórica de la ciudad. Asimismo, no sólo en Cádiz sino también en Madrid, lucen flamantes estatuas en homenaje al grandioso marino vasco y, en consecuencia, español, que tanto batalló por nuestra patria. Suyas sin embargo son expresiones que han pasado a la Historia por su patriotismo y su entrega a la causa de nuestra querida Nación Española. Recordemos su epitafio, que recoge sus últimas palabras antes de expirar, dirigidas a su esposa: «Dile a mis hijos que morí como un buen vasco, armado y defendiendo la integridad de España y del Imperio… Gracias por todo lo que me has dado, mujer (…)¡Fuego!, ¡Fuego…! ».
Sin embargo, la realidad de numerosos vascos actuales (y otros muchos españoles) no es la de tener como ideal a un héroe español como Blas de Lezo, sino de verse reflejados en el espejo de la mediocridad y putrefacción ideológica de un sujeto nauseabundo, verdadero imbécil moral, cuyo nombre es Arnaldo Otegi. Precisamente esta misma semana hemos conocido que el Tribunal Constitucional ha refrendado la inhabilitación que pesa sobre Otegui, de cara a ejercer cargo público alguno. Así, el conocido batasuno y etarra se ha visto sacudido en su intento de llegar a ser candidato a presidente (lehendakari en la lengua vernácula vasca) por EH Bildu, en las inminentes elecciones vascas a celebrarse el próximo 25 de Septiembre.
La inhabilitación que aún pesa sobre el etarra convicto y confeso, que pasó los últimos siete años de su miserable vida en prisión, por su explícito intento de reconstituir la cúpula de la organización terrorista separatista vasca ETA, ahora que ha sido puesto en libertad, parece que ya no existe para ciertos componentes de la clase política española. Ya es un sujeto libre de toda mácula, un «hombre de paz», que gustaba de decir el nefasto Presidente Zapatero y su heredero de detritus ideológicos Pablo Iglesias Turrión, para quien el etarra no es más que «un hombre apresado por defender sus opiniones políticas» (sic).
Que semejante personaje sea defendido por personajes de tan baja estofa como el inefable Iglesias o su compañero de viaje, el líder de la extinta coalición Izquierda Unida, Alberto Garzón, hoy fagocitada para evitar su desaparición por graves deudas económicas en la coalición más grande de Unidos Podemos, hayan expresado que es un grave delito contra la democracia que no se permita a Arnaldo Otegi su concurso en las elecciones vascas, demuestra a qué grado de autodesprecio han llegado destacados miembros de nuestra clase política. Para Iglesias, Garzón y otros politicastros del montón, Otegi es un verdadero héroe de la democracia, una forma de gobierno a la que ensalzan hasta el infinito como fuente de todos los valores, capaz de «regenerar» los horrendos crímenes que cometió en el pasado este reconocido enemigo de la Nación Española, secuestrador del ponente constitucional y miembro del Patronato de Honor de nuestra Fundación Gabriel Cisneros (QEPD) y justamente encarcelado por sus actividades en sociedades cuyos fines son claramente delictivos: la destrucción y cuarteamiento de la soberanía nacional española, con vistas a formar un verdadero delirio cuyo nombre atiende al constructo de Sabino Arana denominado Euskal Herría.
Pero nada importa: para unos sujetos que participan de la corrupción ideológica que considera a la Nación Española una «cárcel de pueblos» de la que han de liberarse las fabulosas y delirantes naciones vasca, catalana, &c., Otegi siempre será su héroe, su icono y modelo de comportamiento. Estos activistas de salón, incapaces de salir a la calle a batirse el cobre por esos corrompidos ideales que dicen mantener, sienten verdadera veneración hacia un «hombre de acción» (en realidad un cobarde, incapaz de dar la cara más allá de lo mediático) como Arnaldo Otegi.
En esto, tanto Unidos Podemos como las sectas separatistas tales como la CUP catalana, se homologan en veneración a este verdadero icono de la corrupción de la Nación Española. Recordemos cómo Ana Gabriel, siempre que responde a las acusaciones de apología de Otegi, señala con su habitual ceño fruncido, verdadero gesto fisionómico paradigmático que homologa a todos los enemigos de la Nación Española, que tal o cual persona «no le llega a Otegi ni a la suela de los zapatos». Tal es la veneración practicada a este peculiar númen sedicioso…
Desde la Fundación Denaes al menos celebramos que, pese al crédito inaudito que merece, entre varios miembros de nuestra nefasta clase política un verdadero imbécil moral como el enemigo de la Nación Española Arnaldo Otegui, los tribunales de justicia hayan tenido a bien mantener su inhabilitación para ejercer cargo público alguno, merced a la condena por haber intentado recomponer la cúpula de la banda terrorista ETA. Qué mejor momento para refrendar tal inhabilitación que la coincidencia con la efeméride de un vasco ilustre, y por lo tanto español, como Blas de Lezo, un héroe de una época en la que, por contraste a la actual, la Nación Española no se encontraba pútrida y llena de enemigos internos.
Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.