La semana pasada conocimos la noticia de que el actual ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell, será el próximo Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en sustitución de la italiana Federica Mogherini. Para obtener el puesto el político español se ha impuesto al vicepresidente de la Comisión Europea el eslovaco Maros Sefcovic. Tal puesto también se denomina «Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión», lo que implica que al mismo tiempo Borrell será vicepresidente de la Comisión Europea. Borrell ya fue presidente del parlamento europeo entre julio de 2004 y enero de 2007. Angela Merkel se ha referido al nombramiento de Borrell como «muy adecuado».
Pero, ¿cuál es la proyección exterior de la Unión Europea en el mundo? ¿De verdad existe una proyección mundial de la Unión Europea? ¿Realmente existe la Unión Europea? ¿O acaso es una «entelequia»?
Los euroburócratas están motivados (finis operantis) por la construcción de la unión política de los países alineados en la Unión Europea, y quieren construir algo así como los «Estados Unidos de Europa». Pero la realidad objetiva (finis operis) a la que puedan llegar con tales medidas será diferente e incluso muy diferente a lo soñado por la ilusión euroburócratizada.
El eje central de la política interior y exterior europea es el eje franco-alemán, es decir, la Unión Europea no es más que la hegemonía de Francia (como potencia militar) y Alemania (como gigante industrial) sobre los demás países integrados en la institución. Los euroburócratas trabajan para fortalecer a este eje y no para construir unos Estados Unidos de Europa, porque Europa es una biocenosis y no cabe esperar que se proyecte como una plataforma continental ensamblada con peso suficiente para hacer frente a otras plataformas continentales que en el presente sí tienen proyección exterior, esto es, proyección geopolítica con mucha fuerza.
El papel geopolítico de la llamada Unión Europea es el papel que pueda desempeñar el eje franco-alemán. ¿No será Borrell el ministro de Asuntos Exteriores del eje franco-alemán? Quizá no apunte tan alto, pero al servicio del mismo, lo que significa en detrimento de España, parece que trabajará, como han trabajado sus predecesores.
Al entender la Unión Europea como si fuese un Estado, los euroburócratas también pretenden imponer una capa conjuntiva: el Parlamento europeo. También se habla de una «política comercial común de la Unión Europea», lo que supondría un poder federativo. Se trata de una institución involucrada con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero, ¿qué Estados se benefician de los servicios de este organismo? Asimismo, la Unión Europea cuenta con el Banco Europeo de Inversiones (BEI), un organismo de financiación a largo plazo.
Sin embargo, en el poder militar no se habla con tanta alegría, pues no existe un ejército europeo. Entonces, ¿cómo puede existir un poder diplomático en la Unión Europea sin que exista un ejército europeo? En todo caso existe la OTAN, pero eso implica a otros países que no son europeos (fundamentalmente EEUU). Curiosamente Javier Solana estaría al frente de la «diplomacia» europea entre octubre de 1999 y noviembre de 2009 después de dejar su puesto de secretario general de la OTAN.
Los euroburócratas tienen entre sus proyectos una política común de seguridad y defensa, es decir, un ejército europeo. Ante el Brexit, si es que éste se lleva a cabo, ¿no procurará el eje franco-alemán estar militarmente preparado ante la hostilidad que supondría una potencia vecina como Gran Bretaña? Por no hablar de la rivalidad con Rusia, e incluso con EEUU. Y Suiza, con sus bancos, siempre en medio.
En octubre de 2007, por iniciativa del politólogo británico Mark Leonard, cincuenta personajes de la política europea (fundamentalmente socialdemócratas, liberales progresistas y algún demócrata-cristiano) fundaron el think tank European Council on Foreign Relation, una institución propuesta para elaborar análisis estratégicos para la política exterior de la Unión Europea, con oficinas en Berlín, Londres, Roma, París, Sofía, Varsovia y Madrid. Se trata del primer think tank paneuropeo.
Pues bien. ¿Saben cuál es el principal patrocinador de esta institución? Pues ni más ni menos que el multimillonario, esperantista y globalista empedernido George Soros, el perejil de todas las salsas conspiranoicas (para algunos un «psicópata financiero internacional»). Otro de los principales financieros es el think tank madrileño FRIDE (cuyo presidente es el cofundador del diario El País Diego Hidalgo y su director general el diplomático y político socialdemócrata Pierre Schori).
Pese a la similitud del nombre, el European Council on Foreign Relations (ECFR) no procede ni tiene conexión con el think tank estadounidense Council on Foreign Relations (CFR), el llamado «Deep State», que se fundó en 1921 por obra de Edward Mandell House, la mano derecha y la mano izquierda del presidente Woodrow Wilson. El CFR es la institución madre del Club Bilderberg y la Comisión Trilateral.
El equipo del ECFR en Madrid -leemos en su página web- aboga «por un enfoque paneuropeo para la política exterior española»; y para ello cuentan con un equipo de investigación liderado por José Ignacio Torreblanca, profesor de ciencias políticas por la UNED, que fue director del ECFR en España entre 2007 y 2016, ex jefe de opinión de El País que actualmente escribe en El Mundo. Torreblanca fue uno de los que defendió el bulo de la injerencia de Rusia en el 1-O, pues esto le parecía que tenía mucho sentido que Rusia tuviese interés de desmembrar Europa. Él y su equipo defendían la tesis de que el eje del mal ruso-chino-iraní está por la labor de desestabilizar las democracias europeas y así impedir la unión del club de naciones europeas. Y, en efecto, como vemos, tal unión parece que no es posible, porque Europa es una biocenosis, que decía don Gustavo.
El 16 de febrero de 2019 Borrell se reunió en Múnich con Soros para intercambiar opiniones «acerca de inmigración, los desafíos que enfrenta Europa y el futuro de África», como así lo publicaba el propio ministro en su cuenta de Twitter ese mismo día a las 9:29 horas; donde incluía una foto en la que salía él y otros personajes desayunando con el magnate (es la foto del nuevo contubernio de Múnich). Es decir, Borrell se reúne para hablar de inmigración con un «filántropo» proinmigración.
Según el senador del PP Pedro Agramunt, Soros ha sido financiador de los separatistas catalanes, abonando a Indepent Diplomat 2,8 millones de euros. No obstante, ante la noticia, separatistas catalanes se han manifestado en Twiter con la etiqueta «#StopBorrell».
¿Están nuestros políticos al servicio de los intereses de élites internacionales? ¿Desayunó Borrell con Soros para acordar su recién nombramiento? Parece que Borrell es el chico de Soros. ¿Apariencia veraz o apariencia falaz? También Pedro Sánchez se reunió con Soros el 27 de junio de 2018. No había pasado ni un mes de ocupar la Moncloa. Asimismo, Soros tiene chicos en Ciudadanos, como es Luis Garicano.
Como se ha dicho, Soros es un «cerebro en la sombra» al que le gustan los focos. Según el geopolítico mejicano Alfredo Jalife, Soros es sólo un testaferro de los Rothschild, la todopoderosa dinastía judía que aún persevera a la cabeza de las finanzas mundiales, y lo que le queda. Si Borrell es lacayo de Soros y Soros es lacayo de los Rothschild entonces… entonces somos unos conspiranoicos y ya con eso está todo dicho y sanseacabó.