La ultraizquierda aspira a que el estado ocupe todas las esferas de la vida del individuo. Así, cuando alcanza el poder y el control de las instituciones de ese estado, no las emplea en beneficio de todos, sino que las patrimonializa como instrumento para imponer su agenda ideológica y excluir al disidente.
Esto es precisamente lo que ocurrió cuando Podemos y sus franquicias accedieron al poder municipal en 2015. En las variadas causas que pueblan la interseccionalidad de la izquierda chavista, el odio a Israel siempre ha tenido un papel predominante. En su base está el patrocinio original de Podemos por parte de la República Islámica de Irán, que amenaza abiertamente con el genocidio nuclear al Estado Judío. Sin olvidar que el canal de la teocracia iraní en español, Hispan Tv, ha empleado durante años a Pablo Iglesias y su séquito para que propagasen repetidamente contenido escandalosamente antisemita copiado de los libelos más rancios de la judeofobia clásica.
La fijación obsesiva que causa en cualquier antisemita el judío que no acepta su papel de víctima, el que renuncia a la mansedumbre y docilidad que espera de él, representado por un Estado Judío que tiene la voluntad de defenderse y los medios para hacerlo, está en el origen de esta inquina de los podemitas contra Israel y que denominan antisionismo. Esta no es sino una careta moderna del odio ancestral al pueblo hebreo, que sustituye la demonización, la deshumanización, la criminalización, el doble rasero contra “el judío” por las mismas expresiones de odio contra el judío colectivo, representado por su estado.
Por eso, una de las primeras campañas que promovió Podemos en los ayuntamientos fue la aprobación de mociones denominadas “BDS” que declaraban esos pueblos y ciudades “Espacios Libres de Apartheid Israelí” (un trampantojo de las zonas Judenfrei del nazismo) y que en la práctica excluían de la actividad económica, cultural y social de esas poblaciones, no sólo a empresas y ciudadanos israelíes, sino a aquellos españoles que, estando notoriamente asociados a Israel, no denunciaran y renunciaran a ese estado. Esas medidas ponían en la diana, por extensión, a los judíos españoles que naturalmente demuestran afinidad y cariño al estado que alberga a la mitad de los judíos del mundo. Proximidad coherente y compatible con la lealtad a España.
ACOM recurrió al amparo del Estado de Derecho y hasta la fecha ha obtenido 76 victorias judiciales contra estos abusos de gobiernos locales y ninguna derrota. Las resoluciones de los tribunales han sido durísimas contra las mociones BDS. Pero Podemos y su entorno separatista continúan su campaña de acoso, coacción y exclusión contra los que en España defendemos a la democracia israelí. Nosotros creemos en nuestra democracia constitucional. Aquí estamos, nos defenderemos con la ley, no nos vamos.
Ángel Mas. Presidente de ACOM