A tenor de lo acaecido hoy, día doce del mes de noviembre de 2022, sucede que ya no encuentra uno muchas ganas de escribir nada sobre el atropello que un partido (el socialista en este caso) ha cometido contra España sin apenas ruborizarse; atropello éste que como ustedes sabrán, no consiste más que en rebajar el precio de cualquier ataque contra la soberanía nacional. Ahora bien, como acabo de decir, no tengo muchas ganas de escribir sobre lo que ya cansa, sobre lo que ya se sabe y sobre lo que ya tantos otros han dicho. Por ello intentaré decir algo sobre ese otro “ultraje”, también abyecto, que se da de forma paralela contra aquella misma soberanía de la que hablamos. Y es que sobre este otro ultraje, me parece, se antoja algo más “entretenido” indagar, aunque solo sea porque dudemos del modo exacto en que se está dando. Ha de quedar claro, eso sí, que si nos permitimos dudar de los pormenores con que se da el ultraje pero no del ultraje mismo no es tanto porque uno posea alguna capacidad adivinatoria, sino porque basándonos en los hechos, el Psoe no suele dejar lugar a dudas. Y no, no es un juicio de intenciones, porque a estas alturas de la película el resultado que nos arroja quien habita en Ferraz viene siendo el mismo en lo que a nuestra soberanía se refiere: bien sea porque le importe un bledo lo que pase en España (con tal de mantener la poltrona) bien sea porque no sepa hacerse cargo de una situación que le supera, tanto dentro como fuera de nuestro país. Ahora sí, y con lo dicho, ¿cuál es ese ultraje al que os referimos? Pues usted, lector, ya podrá imaginarse de qué triquiñuela hablamos, que no es otra que la de flirtear, de forma muy poco sutil hay que añadir, con quien afinca su trono al sur de nuestra frontera: en Marruecos para más señas y en Rabat para ser exactos.
Con ello, permítame decirle que entre tanto ruido separatista igual no se ha enterado de que nuestro Ministro Albares, cuyo cargo algo parece tener que ver con asuntos exteriores, se ha reunido recientemente con su homólogo marroquí en París (<<por sorpresa>>, dice El País. No sé si cínicamente). Lo tratado, según nos cuentan, sería la preparación de la conocida aunque olvidada Reunión de Alto Nivel (RAN) que habría de celebrarse en Rabat en 2023; toda vez que el año pasado, eso sí, fuese el propio gobierno marroquí quien la suspendiese unilateralmente. No hay duda de quién es el perro y quién el amo en esta relación toxica entre países pero, como todo buen maltratado, nuestro Ministro ha calificado el encuentro de la siguiente manera: <<Las palabras que él dijo (Naser Burita) son palabras que podría decir yo perfectamente y esto demuestra el excelente estado de nuestra relación y la excelente sintonía>>. Lo dicho, todo en orden.
Pero oiga, yo lo único que quería en estas líneas era especular (por eso del entretenimiento) y por ello me voy a atrever a hacerlo con aquello de lo que nada se dice; o si lo prefiere, con aquello de lo que se dice muy poco. Y es que hace tan solo una semana aparecían por las calles de la ciudad marroquí de Fez unos carteles algo singulares, aunque seguramente nada extraños para quienes allí residen dado el personaje que en ellos aparecía impreso. Un personaje que ya debe resultarles familiar debido los halagos que desprende a favor de toda soberanía que no sea la suya propia. El personaje en cuestión no era otro que José Luis Rodríguez Zapatero, ese saltinbaquis fronterizo cuya única dedicación es codearse con quien soporte sus ya conocidos y nebulosos discursos en pro del amor, la humanidad y otras generalidades de igual vaguedad metafísica. Pues bien, estos carteles que mencionamos iban encabezados de la siguiente soflama: “le dialogue & la coopération comme impératif politique”. Sí, ¿es raro, verdad? Y no por el hecho de que estén escritos en francés (cualquiera diría que Francia y Marruecos tienen algún tipo de affaire a espaldas nuestra) sino porque el mensaje plasmado en mayúsculas carecía de un contenido de calado para una sociedad no muy necesitada de una conferencia sobre diálogo y cooperación. Y no me malinterpreten que no me refiero a la forma de ser del marroquí estándar, sino al sentido político que podría tener un eslogan como éste para quien ya sabe, hoy por hoy, que no hay nada que dialogar con España; aunque solo sea porque no les hace falta tras la bajada de pantalones a propósito del Sahara. Así las cosas, he aquí, y por entretenerme como decía, mi especulación: ¿A santo de qué dialogar y cooperar con España? A santo de nada porque no lo necesitan. ¿Y por qué no lo necesitan? Porque todo lo que han conseguido hasta ahora no ha sido a base de diálogo. Pero, si no requieren cooperación alguna ¿por qué iba a utilizar la dinastía alauita, y en forma de conferencia además, una propaganda tan desligada de la mentalidad y los intereses del marroquí promedio? Pues porque el propósito de quien frecuenta, con nocturnidad y alevosía los bares parisinos, no es traer ideologías ajenas a tierras africanas sino, más bien, para vender y pasear la piel del oso ya cazado diciendo <<todo en orden, vamos a por más>>. Y también, porque lo único que puede necesitar un gobierno marroquí de su pueblo (propagandísticamente hablando y dada la ausencia real que de oposición pueda haber) es mantenerlo contento con unas migas de orgullo nacional y una mijita de promesas que aseguran mejorar lo que ya se está mejorando. <<Despacito y sin prisa, que al otro lado van tragando. Y la prueba de que tragan es ésta: una conferencia de aquellos a quienes les quitaremos más de lo que ya hemos conseguido. El objetivo es que no lleguen a sentirse del todo estúpidos. No vaya a ser que opongan más resistencia en caso contrario>>.
Con lo dicho, soy consciente de que este texto que ahora concluye puede ser una opinión psicologista de lo más simple. Pero es que simples son las formas, y el contenido, del gobierno marroquí para con España. Y dado que no entiendo qué podría uno aprender de Zapatero (ni aquí, ni mucho menos al sur de Ceuta y Melilla) no creo que la cosa consista en que nuestro expresidente vaya pagando por aquellos lares con el fin de que alguien le escuche. Aunque pensándolo bien, tampoco extrañaría tal cosa. Peores cosas se han visto y las monsergas de Zapatero no las sufre cualquiera.
En fin, que unos especulan con España mientras, un servidor, procede de igual forma sobre España y sobre Marruecos. Decida usted, lector, qué especulación vale más: aquella del Psoe que carece de racionalidad política (por aquello de la eutaxia española frente al separatismo) o esa otra de jugar a hacer hipótesis más o menos fundadas (la mía) con los restos que nos van dejando unos y otros en Cataluña y en Marruecos; que lo mismo da que me da lo mismo, por otra parte.
Santiago Benito