Hace solo unos días me escribía Fernando Rosado para enviarme el informe ‘Inmigración en España: buenismo o eficacia’, recién sacado del horno y que estaban presentando en Madrid. El informe, realizado por el grupo de trabajo sobre Amenazas Globales de la Fundación Neos, analiza en profundidad la grave situación migratoria en la que se encuentra España. En palabras de Mayor Oreja durante la presentación del informe, el no gestionar adecuadamente la situación actual «puede ser letal para nuestra civilización, en Europa y en España».

Con una población inmigrante residiendo en nuestro territorio, que supera el 18% y 22% si contamos la segunda generación, tenemos que enfrentarnos al reto migratorio no solo con serenidad, si no también con mucha seriedad. No es viable continuar con políticas de telediario que solo aplazan la solución del problema. Por supuesto esta no pasa por hacer declaraciones buenistas con la diestra, mientras la siniestra se gasta el dinero de todos, en intentar contener calmadas las oleadas de inmigrantes africanos que nos invaden. Sin dinero, sin trabajo y campando a sus anchas, nuestras ciudades pronto se verán sometidas a las hordas de inmigrantes en edad militar, como ya pasa en algunos barrios de Barcelona. Donde en enero del 2023, más del 53% de los hombres de entre 20 y 39 años eran de procedencia extranjera. Pero una cifra que de verdad debería preocuparnos como nación soberana, es que los inmigrantes en edad militar (18 – 39 años) supera ya el 25% de la población en esa franja.

«Inmigración sí, pero de una manera ordenada», decía Fernando Rosado. Quien recordaba también que se han introducido en España 1,8 millones de inmigrantes entre julio de 2021 y julio de 2024. Lógicamente, en muchos barrios de las grandes capitales se están sustituyendo la población nacional por población inmigrante, con el consiguiente peligro que entraña la creación de guetos, que como ya conocemos, solo engendran pobreza, delincuencia y violencia, como bien saben los parisinos. Pero, sobre todo, estamos importando culturas que no respetan las más básicas normas de convivencia que nos hemos dado los europeos. Según los datos expuestos en el informe, “los extranjeros doblan a los nacionales en la tasa de criminalidad, en delitos como los de libertad sexual y contra la mujer”. Si algo ha reivindicado la izquierda española precisamente, es la lucha por la igualdad de derechos y la igualdad de sexos, aunque no sea gracias a ellos como se ha conseguido, si no al esfuerzo de todos. Empezando por la transmisión de los valores familiares en los hogares de toda España y terminando por los empresarios en cada uno de los centros de trabajo de este país. Pues exactamente eso es lo que están poniendo en peligro aquellos que tanto lo reivindican, con las políticas a las que nos viene condenando este gobierno. Este, si por algo se distingue, es por no tener los más mínimos escrúpulos en violar las libertades de los españoles, profanando todo aquello que le sea necesario para alcanzar sus fines espurios.

Es evidente que nuestra sociedad se ha dejado corromper. Una generación entera a crecido en la convicción de que solo tiene derechos, sin ninguna obligación. Derecho a tenerlo todo a cambio de lo mínimo, a tener un buen sueldo sin esforzarse para que la empresa que lo sustenta sea rentable, a viajar por el mundo en lugar de ahorrar para alcanzar a tener una vivienda, o un millar de estúpidos ejemplos similares. Pero lo peor es que esta generación se a acostumbrado a sustituir a los hijos por perros, sin que les pese lo más mínimo mantener la tasa de natalidad que los trajo a este mundo. Eso hace que la inmigración sea crucial para mantener este país, y otros muchos educados en los principios Woke tan europeos. Necesitamos cubrir, ya no los trabajos de tercera que no quieren nuestros nacionales, simples trabajos intermedios de la cadena, como camionero o alicatador. Trabajos tan dignos como envidiados hace solo treinta años y mucho mejor pagados hoy en día que la media nacional. Pero esta generación quiere una vida cómoda y un trabajo de ocho a tres, así que necesitamos la inmigración para que la rueda siga andando. Como decía Rosado, “pero de una manera ordenada”.

Busquemos apoyo y ayuda mutua en nuestros hermanos iberoamericanos. Ellos no lapidan a las mujeres infieles, ni cuelgan de las grúas a los homosexuales, ni salen en manadas por las ciudades alemanas a violar mujeres. ¿Porqué? Muy simple, culturalmente somos muy similares. A Iberoamérica exportamos educación, religión, costumbres, hospitales, y los derechos de los conquistados al ser todos ciudadanos iguales. Valores que hoy se mantienen en las culturas hermanas americanas, buenos o malos, son los nuestros. Así que ya sabemos donde se haya el principio de la solución. No es tan difícil.

Raúl Morales.