El indulto es un derecho de gracia que se regula en la Ley de 18 de junio de 1870 modificada por Ley 1/1988, de 14 de enero, que viene a establecer las reglas para el ejercicio de la gracia de indulto, que corresponde a Su Majestad el Rey y cuya tramitación es competencia del Ministerio de Justicia y tiene como efecto la extinción de la responsabilidad criminal. El artículo 11 dispone que “el indulto total se otorgará a los penados tan sólo en el caso de existir a su favor razones de justicia, equidad o utilidad pública, a juicio del Tribunal sentenciador.”
Para dar cumplimiento a lo establecido en el artículo 23 de la citada Ley de Indulto, que establece que “las solicitudes de indulto (….) se remitirán a informe del Tribunal sentenciador” la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo emitió el pasado 26 de mayo el informe relativo a los indultos de la llamada causa del ‘procés’.
A la vista del demoledor informe, el Gobierno, que es quien concederá los indultos a través de un Real Decreto, lo tendría que tener claro y meridiano, pues el Tribunal Supremo ha informado negativamente a la concesión de cualquier forma de indulto –total o parcial- a los 12 condenados por delitos de sedición, malversación de caudales públicos y de desobediencia, al no apreciar razones de justicia, equidad y utilidad pública que justificarían la concesión de la medida de gracia. Los magistrados del Tribunal Supremo consideran que no se aprecia la más mínima prueba o el más débil indicio de arrepentimiento, que no se ha vulnerado el principio de proporcionalidad de las penas a las que fueron condenados, y que los argumentos en los que se basan las diversas peticiones de indultos realizadas por terceros no son más que una utilización torticera de la naturaleza del indulto, pretendiendo que el Gobierno corrija el fallo del Tribunal Supremo, ahí es nada.
Según se indica en el referido informe, durante los meses de septiembre y octubre de 2020 se recibieron de la División de Gracia y otros Derechos del Ministerio de Justicia, 12 comunicaciones con solicitudes de indulto.
Unos meses antes, en octubre de 2019, conocíamos las declaraciones en las que Oriol Junqueras, condenado a 13 años de prisión y 13 años de inhabilitación absoluta como autor de un delito de sedición en concurso medial con un delito de malversación, que también se auto percibe como hombre de paz, descargó en una entrevista con Nació Digital que “El indulto se lo pueden meter por donde les quepa”. Y no contento con eso, añadía que era un orgullo estar en la cárcel “por poner las urnas”. Pero al parecer su estancia en el penal, o las presiones de los socios separatistas del Gobierno, ha mudado su opinión, ya que hace escasos días ha remitido una carta al Gobierno, en la que defiende la negociación con el Estado, apoya un referéndum pactado, y reconoce que los indultos pueden aliviar “el conflicto”.
Y por si al Gobierno le quedan dudas sobre la procedencia, o no, de conceder los indultos, una de las muchas reacciones al Informe negativo del TS sobre los indultos fue la del presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, condenado como autor por un delito de sedición a 9 años de prisión y a 9 años de inhabilitación absoluta, que escribió en Twitter lo que sería una típica respuesta que se espera de alguien que aspira a ser indultado:
«Para la democracia y el derecho a la autodeterminación, nunca renunciaremos al ejercicio de derechos fundamentales, a la movilización no violenta y a la desobediencia civil. Ninguna distracción: ayer, hoy y siempre que haga falta, lo volveremos a hacer. ¡Viva Catalunya libre!».
Cuixart pretende objetivos más altos, la autodeterminación, la amnistía y el retorno de los “exiliados”, o fugados si obviamos su neolenguaje secesionista. El presidente de Òmnium manifestó también que «No nos creemos nada de lo que venga de Pedro Sánchez”, y en este caso, hemos de decir que coincidimos plenamente con él. Igual que coincidimos con las últimas declaraciones de Junqueras, que señala con acierto, que la concesión de los indultos es una clara señal de debilidad del Gobierno de España. Se sienten tan poderosos que roza la obscenidad. ¿Se puede caer más bajo Pedro Sánchez? A esto nos ha llevado el infame Pacto del abrazo.
La concesión de los indultos supone la claudicación y humillación de España a la causa secesionista. Con el ilegítimo objetivo de garantizar la supervivencia política del morador de la Moncloa. España no le importa nada.
Y por si fuera poco tenemos que asistir al bochornoso espectáculo de ver al Presidente, junto con su comparsa de coros y palmas, cómo pretende embaucarnos con sus cantos de sirena de concordia, diálogo, reencuentro y entendimiento. Mensaje que va calando, como una suave llovizna, con la complicidad de los medios amigos. Como si cumplir la ley significara la venganza, la revancha o el odio.
A la vista de la sucesión de los hechos queda bastante claro que para que los indultos te queden bien, se deben cocinar a fuego lento. Y así los ha cocinado este Gobierno, con la complicidad en el último acto de las élites empresariales, ingrediente que ya llevaba la receta original de “Cómo perpetrar una secesión”. Nada nuevo bajo el sol. Sólo queda ver cómo los emplatan, y cómo hace las delicias, tan suculento manjar, de los subvencionados medios, que tienen tan buena boca y un estómago tan agradecido para tragar las infamias de este Gobierno.
A los sufridos españoles, que vivimos con indignación y cada vez más desafectos ante el deshonroso mangoneo con el que ejerce el poder este Gobierno y a los que nos duele este proceso de desmantelamiento de España, sólo nos queda salir a las calles, como ya lo hicimos el pasado 13 de junio y esperar a que las urnas nos den la oportunidad y decidamos, de una vez y con la mayoría más amplia posible, no indultar a Pedro Sánchez. Porque estos indultos están listos para servirse.
Sara Baigorri