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Esta semana, y ya desde la anterior, la región de Murcia ha sido el foco de atención de los medios de comunicación por el caso púnica y la moción de censura al presidente de la región. Pero también éste miércoles ha habido algo que ha levantado revuelo: la condena por enaltecimiento del terrorismo a la tuitera Cassandra por una serie de tuits sobre el atentado de ETA a Carrero Blanco, al parecer de carácter humorístico. Tuits que, ante la condena, el líder del partido no nacional Unidos Podemos Pablo Manuel Iglesias Turrión se apresuró a retuitear, retando a que a él también lo condenaran. La Audiencia Nacional considera que «la lacra del terrorismo persiste» y que, por tanto, todas las víctimas del terrorismo etarra «merecen respeto». Pues, según se señala en la sentencia, «entender que las consecuencias de aquel atentado (…) no merecen la protección penal a los efectos enjuiciados crearía una situación injusta, con consiguiente existencia de víctimas de ETA de diversas categorías». Aunque la tuitera alegara el carácter humorístico de los tuits sobre Carrero Blanco que escribió entre 2013 y 2016, la sentencia afirma que «constituyen desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta a las personas que han sufrido el zarpazo del terrorismo», y es que las víctimas son «una realidad incuestionable que merecen respeto y consideración». Del mismo modo, a la Audiencia le resultó «nada convincente» su declaración, pues al acompañar los tuits de «elocuentes imágenes», el carácter de «descrédito, burla y mofa a una víctima del terrorismo» es más evidente. Es más, la sentencia afirma que «la propia conducta expresada en sus mensajes de texto y las imágenes acompañadas demuestra bien a las claras que conocía la existencia del reproche penal de su conducta, o al menos se lo planteó». Y considera incoherente e interesado el distanciamiento de ETA alegado por Cassandra, que niega haber enaltecido atentado alguno afirmando que «un chiste no es enaltecimiento del terrorismo» –sí tiene toda la razón, sin embargo, al afirmar que esos comentarios se llevan haciendo en España desde hace muchísimos años–, al haber encontrado en su teléfono móvil una fotografía con varias personas portando el anagrama de la banda terrorista ETA.

Desde DENAES también consideramos como la Audiencia que afirmar que «Ojalá el IRA hubiera conseguido matar a Margaret Thatcher, hubiera sido un Carrero Blanco a la irlandesa», o que «Qué mal hizo ETA dejando a tanto hijo de puta vivo», son expresiones de difícil comicidad que están lejos de ser ridiculizaciones de las acciones criminales de ETA. Así pues, Cassandra, que es partidaria junto a Pablo Iglesias de la abolición del delito de enaltecimiento del terrorismo –qué casualidad–, ha sido condenada a un año –la Fiscalía en un principio pedía dos pero lo rebajó a uno–. De modo que no terminará pisando la cárcel pero sí tendrá que pagar los costes del proceso –que quizá pueda hacer gracias a la colecta que se ha organizado en Internet para ayudarla–. También ha perdido su beca de estudios.

En DENAES nos preguntamos de nuevo, pues éste es otra vez el asunto de fondo de todo esto, dónde está el límite del humor y la libertad de expresión. Y es que todo –excepto el universo– tiene un límite, y más cuando se trata de asuntos en los que la sangre aún está fresca. Es cierto, como alega Cassandra, que esos comentarios se han hecho muchas veces. Y chistes al respecto hay y se han hecho en público otras veces. Pero esas fotos encontradas en su teléfono y esas imágenes y declaraciones explícitas que realiza –de cuya legalidad ella misma dudó en su momento–, hacen dudar mucho de la comicidad –y por tanto ficción– de sus comentarios, lo que anula su alegato. Siendo así, sus comentarios ya no son un chiste, son un insulto directo a una víctima del terrorismo –por mucho que ésta fuese un destacadísimo personaje del franquismo–, y por tanto algo que debe ser penado. Esto, también y al fin y al cabo, es un modo más de atacar a la nación y ponerse del lado de aquellos que buscan su destrucción. Así pues, desde DENAES esperamos que esta sentencia valga para reflexionar a todos sobre los límites de la libertad de expresión y la necesidad del respeto ante el dolor ajeno y la realidad –inacabada– del terrorismo.

Fundación para la Defensa de la Nación Española.