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Una semana más, parece que la atención internacional sigue ocupada por el nuevo presidente de Estados Unidos, que ha hecho de la red social Tuiter —lo cual es algo a tener muy en cuenta— un arma de combate contra los medios y demás instituciones que están en su contra. También ha sido motivo de atención la llamada éste miércoles entre el presidente norteamericano y el español, sobre todo por la ajustada duración de la misma, coincidente con el descanso del partido de Copa del Rey entre el F.C. Barcelona y el Atlético de Madrid. Trump, el hombre del momento, sigue dando espectáculo. Y sobre espectáculo hablaremos, pero centrándonos en el ámbito nacional.

Apuntando a Vistalegre II la pelea entre errejonistas y pablistas por el liderazgo del partido no nacional Unidos Podemos sigue ensañándose, ocupando minutos y páginas. Se habla ya de una ruptura del partido, si es que alguna vez, a pesar de su nombre, ha estado unido. Las declaraciones, filtraciones y ataques entre bandos son constantes. En el PSOE sigue el baile de candidatos, comentado hace poco por DENAES, así que el desconcierto sigue a la orden del día. Por otro lado el juicio por la consulta ilegal del 9N no deja de acopiar interés, como es normal. Un juicio, como era de prever, que ha sido «politizado» por completo. Con una puesta en escena espectacular, que incluyó el lunes un paseo por las calles de Barcelona en el que los acusados —Arturo Más, Juana Ortega e Irene Rigau— que llegaron tarde al juicio se vieron arropados por masas hispanófobas —sin duda un adecuado escondite para los delincuentes—, los cuales llegaron desde diversos puntos de la región catalana. Para lo cual se fletaron convenientemente hasta 120 autobuses.

Ante todo esto, son reveladoras unas palabras que pronunció Albert Rivera en la entrevista que el mismo lunes le hizo Pedro Piqueras en el telediario de la noche de Telecinco. El líder del ahora parece que liberal y progresista Ciudadanos dijo: En Ciudadanos vamos a dar la batalla ideológica y política. Una importante distinción que, al margen de que se hiciera deliberadamente o no, es de extrema importancia. Rivera, con estas palabras, está distinguiendo claramente entre el plano tecnológico y el plano nematológico, entre el plano de la política real y el plano de la propaganda (ideológica). Distinción, como decimos, de extrema importancia. Pero, en efecto, es una distinción, no una separación. Esto es, son dos planos de una misma realidad que están conjugados, trabados circularmente. Y a nadie se le escapa, a nadie informado, la degradación creciente de dicho plano ideológico. La denuncia del sectarismo mediático es constante, lo cual se puede ver también en las calles y en las redes sociales. Y ahí está el peligro.

Los ejemplos comentados hacen ver cómo la envoltura propagandística, el espectáculo, de la política es cada vez mayor. Y esta manía por el espectáculo es algo a lo que DENAES no puede dejar de atender, puesto que la corrupción de la misma lleva a la propia —sea en menor o mayor grado— corrupción del plano político. En política es tan importante ser como parecer, por tanto ese parecer también obliga antes o después, y más en democracia, a ser. Así pues, en DENAES nos vemos obligados a avisar una vez más sobre la importancia de tener cuidado con ese parecer, trabado con el ser. La corrupción moral e ideológica puede ser tan peligrosa o más como la fiscal, financiera o económica. Los casos de los nacionalismos en España, ETA mediante, son muy reveladores al respecto. Es hora de que la clase política, los medios de comunicación y todos y cada uno de los ciudadanos, si de verdad son esos «preferidores racionales» y «mayores de edad» —como se comenta con pedantería tan a menudo— ponga el máximo cuidado en que ese espectáculo no termine por tragarse la política real, esto es, no lleve a corromper a una por la otra.

Fundación para la Defensa de la Nación Española.