bipartidismo.jpg

El nuevo año está trayendo nuevas noticias que DENAES no puede dejar de atender. La semana se abría con una serie de noticias en torno a los partidos políticos de importante calado. Diversos diarios anunciaban que, según encuestas, el PSOE se hundiría en unas próximas elecciones. Los socialistas perderían en el mejor de los casos en torno a dos puntos respecto a las elecciones de junio, siendo superados —hay quien dice que humillados— por el partido no nacional Unidos Podemos, quedando como tercera fuerza política a dos puntos de diferencia. Por el contrario, el PP y Ciudadanos bien se mantendrían escasamente en los mismos resultados, bien crecerían un muy pequeño porcentaje.

En otro orden de cosas, pero sin salirnos del tema, la semana también nos ha traído la noticia de las diversas voces que hablan sobre o piden al expresidente José María Aznar la fundación de un nuevo partido. Desde que el 20 de diciembre renunciara a la presidencia de honor del PP, unas 11.000 firmas han sido recogidas en Change.org para que el expresidente funde otro partido. Y desde otras plataformas como Hazte Oír también se están manifestando en el mismo sentido. Según un sondeo que El Español pidió a SocioMétrica, un 15% de los votantes españoles (3,9 millones) apoyarían a la nueva formación política, pudiendo alcanzar de entrada hasta 51 escaños en el Congreso de los Diputados.

Ante estas noticias, entre otras, no son pocas las veces que se han dicho, otra vez, que el bipartidismo es historia. Que se está produciendo un cambio y que se está pidiendo el mismo. Si bien, todos estos asuntos hay que enfocarlos con la calma y la sospecha debida. Si algo es verdad en la política española de los últimos tiempos es que todo gira en torno a Unidos Podemos, tanto la prensa como los partidos políticos nacionales están permanentemente atendiendo al movimiento podemita. Y hay que preguntarse si todo este discurso sobre la quiebra del bipartidismo setentayochista —que aún no ha sucedido, aún— no beneficia precisamente a estos movimientos adánicos de regeneración que la «nueva» política abandera.

Además, tanto los sucesos y declaraciones en torno a la pugna entre Iglesias y Errejón, como el debate interno del PP acerca de la presidencia de Rajoy y peticiones como las realizadas a Aznar, muestran un creciente culto al líder —en detrimento de la atención a los planes y programas— que tampoco es asunto que se pueda dejar de atender. Los peligros demagógicos y corruptores del mismo ya son conocidos por todos. No de menor importancia, relacionado con todo lo que comentamos, es la creciente importancia que tanto para los partidos como para la prensa han adquirido las sociológicas encuestas. Ello a pesar de que, en diversas ocasiones recientes, tanto las elecciones en otros países como en España se ha demostrado la relativa fiabilidad de la demoscopia. Y es que, que tanto los partidos y gobiernos como los medios de comunicación basen muchas de sus decisiones y declaraciones en tales arenas movedizas tampoco es algo alentador. Parece olvidarse constantemente la diferencia existente entre lo que los encuestados dicen que harán y lo que hacen finalmente. Entre el finis operis y el finis operantis. Se olvida, en definitiva, que la verdad está en el resultado.

Si a todo esto le sumamos el habitual muestrario de mitos políticos que rigen la propaganda política de los distintos partidos —insertados en sus praxis— y el continuo machaque del pretendido fin del bipartidismo mencionado, la inestabilidad está servida. Así pues, desde DENAES queremos alertar acerca del peligro que encierra tanto experimento político en medio de una perseverante crisis económica, a la cual se ha sumado, lógicamente, la política. Así pues, antes que grandes novedades, lo que toda la nación requiere ahora es la mayor estabilidad, fortaleza y unidad posibles para terminar de superar los problemas políticos y económicos que desde hace una década venimos arrastrando.

Fundación para la Defensa de la Nación Española.