Nuestros partidos políticos no quieren hacer normal en su seno lo que sí lo es en la calle; es decir, el uso de la Bandera Nacional y la interpretación del Himno Nacional al inicio o cierre de de sus Asambleas o Congresos


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Como la práctica totalidad de los países del mundo, España también tiene sus propios símbolos nacionales, es decir, una bandera, un escudo y un himno.

De acuerdo con el artículo 4.1 de la Constitución Española, que describe su composición y colores, “la bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución” –en referencia a los expresados en el artículo 1 CE- y su uso viene regulado por el Real Decreto 1511/1977 (como en el exterior de los edificios y establecimientos de las administraciones públicas, las misiones oficiales en el exterior y los buques y embarcaciones españoles), siendo la Marina de Guerra el primer lugar en que ondeó esta bandera durante el reinado de Carlos III, en la segunda mitad del s. XVIII.

El escudo nacional, cuya composición viene regulada por la Ley 33/1981, de 5 de octubre, está dividido en cuatro cuarteles (por los reinos Castilla, León, Aragón y Navarra), incluyendo asimismo la fruta representativa del de Granada, y sobre ellos la corona real. Son de destacar a los lados del mismo las dos Columnas de Hércules con la corona imperial y la cinta con los rótulos de “Plus” y “Ultra”, en referencia a la gesta del Imperio católico español. Se trata de una actualización del escudo tradicional, que arranca de los Reyes Católicos, con sucesivas variantes hasta la actual.

De aproximada antigüedad a la bandera -ya que ambos provienen del reinado de Carlos III (1759/1788)- procede el Himno Nacional, el cual tuvo distintas denominaciones históricas, como “Marcha de Honor”, “Marcha Granadera”, o “Marcha Real”. También ha tenido diversas versiones musicales, si bien la actualmente oficial arranca del Real Decreto 1560/1997 de 10 de octubre, que regula su partitura en dos versiones (completa y breve), con indicación de las ocasiones propias del uso de cada una. Como es sabido, nuestro Himno carece de letra.

Dicho lo anterior, procede manifestar que el propósito de la Fundación DENAES no se limita a realizar esta glosa de carácter histórico, sino que, partiendo de la misma, pretendemos hacer una reflexión sobre el uso popular que se hace de tales símbolos sin necesidad de reiterar las opiniones que ya vienen siendo costumbre en estas páginas para denunciar las ofensas, incumplimientos legales o menosprecios que se realizan respecto de los mismos por algunas personas o instituciones.

Y es que estamos constatando diariamente que la gran mayoría de nuestros conciudadanos sí se sienten identificados con estos símbolos de nuestra Nación. Por poner un ejemplo reciente, recordaremos como el pasado día 12 de noviembre el público asistente al encuentro de fútbol entre las selecciones española y macedonia en el campo del Granada se puso a tararear masivamente la música del Himno Nacional, dada la carencia de letra antes mencionada.

Como este comportamiento es habitual en tales ocasiones, lo que parece claro es que la generalidad de nuestros conciudadanos considera como un hecho positivo el uso público de dichos símbolos. Ahora bien, esto que es normal en la calle, parece que no es normal en las fuerzas políticas que ocupan la mayoría de lo que se suele denominar como “espectro político” de nuestro país, puesto que -al contrario de lo que apreciamos por los medios de comunicación cuando informan de eventos partidistas en USA, Reino Unido, Francia o Alemania, por poner ejemplo- nuestros partidos políticos no quieren hacer normal en su seno lo que sí lo es en la calle; es decir, el uso de la Bandera Nacional y la interpretación del Himno Nacional al inicio o cierre de de sus Asambleas o Congresos.

Conocemos las objeciones que algunos hacen a este uso por los partidos y de la interdicción de los intentos de patrimonializar el uso de la bandera nacional en sus símbolos por un partido, pero está claro que si todos los partidos que se reclaman “nacionales” (ojo, no nacionalistas) españoles hicieran normal en su seno lo que es normal en la calle y en sus equivalentes en el resto del mundo, todo sería más sensato y no se verían obligados escenificar de forma oportunista su carácter nacional cuando se sienten acuciados porque la ciudadanía les da la espalda.

Fundación para la Defensa de la Nación Española