Si los miembros del proseparatista Instituto Nueva Historia no se conformaban con delirios y barbaridades tales como que El Cid Campeador era catalán, ahora en determinados foros sediciosos se dice que Cataluña es un poderoso estado que abarca territorio español y francés, desde la noche de los tiempos


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No fue hace mucho tiempo, cuando hablamos de las veleidades delirantes del denominado como Instituto Nueva Historia, cuando constatamos que una parte importante del dinero público manejado por los sediciosos catalanes se destinaba en subvencionar verdaderas gansadas, como que el Cid Campeador, la Celestina o cuanto personaje de ficción o histórico haya dado al mundo nuestra fértil literatura patria, eran en realidad personajes catalanes que el malvado españolismo, huérfano de símbolos y de mitos con los que inventar su Historia, se habría apropiado traduciendo tanto sus textos como sus nombres del catalán al español. En medio de tanto delirio, Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes Saavedra o Fernando el Católico, no podían ser más que gloriosos catalanes que la «cárcel de pueblos» española se había apropiado para sí.

Pues bien, a partir de ahora olviden al Instituto Nueva Historia y los ingentes auspicios que reciben. Centren su atención (aunque hay que disponer de verdadero valor y considerables tragaderas) en diversos foros de discusión en internet donde abundan los delirios sediciosos. La última ola, lo más de lo más de la mentira histórica del separatismo catalán, consiste en afirmar que, desde tiempos medievales, ha existido un poderoso estado catalán con hoy más de diez millones de habitantes, cuyas fronteras estarían firmemente asentadas separando a España de Francia. Se trata de la denominada Unión Occitano-Catalana, que abarcará de Olot a Vichy, de Palma de Mallorca a Burdeos.

Semejante fantasía, digna de algún juego de rol o de cualquier divertimento lúdico dotado de tablero, circula en la forma de mapa realísimo por diversos foros separatistas catalanes. Junto al mapa, la correspondiente leyenda: se dice que hasta este año 2016, el presidente de este «estado occicatalán» fue Arturo Mas, y que su primer ministro es un señor denominado Arleau Flores. La capital de este fantasioso estado no es Barcelona, Valencia, Niza o cualquier otra ciudad importante dentro de esta franja hispanofrancesa, sino una aldea denominada Fijac.

Obviamente, esta unión occicatalana no es más que una nueva reedición del habitual delirio de los Países Catalanes, añadiendo la Occitania francesa. No obstante, existe poco acuerdo entre los diversos comentarios: los Países Catalanes encuentran muchos obstáculos entre quienes se consideran, en el colmo de la estupidez y la alucionación, como nacionalistas valencianos y nacionalistas baleares. Además que este colosal y patético proyecto reclama también para sí regiones tales como el Carche murciano, la Franja de Aragón, el Valle de Arán y el Rosellón francés. Por lo que aquí respecta, nada nuevo…

Sin embargo, este delirio ha traspasado los foros y ha aparecido en medios de comunicación que se consideran serios. Así, en noticias publicadas la anterior semana, se afirma que esta «Occicataluña» tiene una base histórica: ¡ni más ni menos que la de la extensión de la lengua catalana! Pobres redactores de la prensa española, presos del mito separatista, que son incapaces de distinguir que lo que se denomina catalán nada tiene que ver con la lengua histórica de los catalanes junto al español, el lemosín que citaba Joaquín Aribau en su Oda a la patria y que se emparenta por su origen, precisamente, con el occitano. Y es que los patéticos redactores de la prensa patria no saben distinguir entre el Languedoc, el dialecto occitano hablado en el sur de Francia, del catalán de laboratorio acuñado hace un siglo por el ingeniero Pompeyo Fabra.

Es más, precisamente los denominados «catalanes del norte», los que residen en Francia, dicen sufrir marginación de parte del gobierno francés, tras haberse transformado el ordenamiento territorial del país galo. Como respuesta al intento de hacer aparecer como cooficial el catalán en algunos departamentos del sur de Francia, el gobierno ha refundido el Languedoc-Rousillon con el Midi-Pirenées, naciendo así un gran departamento, la Occitania, que los primos hermanos de los sediciosos en el país vecino solicitan que se le añada el apelativo de «País Catalán». Inútil apelación de parte de una población de no más de medio millón de catalanes franceses, ya muy controlados en sus intentos de sedición en el país galo.

Aunque esta hipótesis de anexión a una federación catalana que incluya a Occitania y Aquitania lleva años rondando los foros de estos delirante sediciosos catalanes, al parecer tomo cuerpo escrito en 2014, por obra y gracia de un relato de ciencia ficción escrito en 2014 por un estadounidense, que frecuentas estos foros bajo el pseudónimo de Louisthefox. Dentro del género de la fantasía histórica alternativa, este relato incluye a Occitania y Cataluña como fusionadas en el siglo XIII. Para atribuirle méritos, habrían formado un reino independiente que rechazó la invasión árabe, no expulsó a los judíos (ya se sabe que eso es propio del malvado e intolerante españolismo) y que en 1716 habría rechazado ¡la invasión española! Fantasía muy acorde a la historia de los sediciosos referente a la famosa Diada…

No obstante, como durante la Segunda Guerra Mundial la Alemania nazi invadió la Unión Occitano-Catalana, tanto los naturales de este maravilloso país como los españoles restantes habrían luchado juntos contra el invasor y habrían salido victoriosos. Así se proclamaría la Federación Occitano-Catalana, y nada menos que la República en España. El franquismo, ya se sabe, no tiene cabida en la memoria histórica…

Desde la Fundación Denaes traemos ante nuestros lectores la ultimísima fantasía del separatismo catalán, para que todos perciban lo que son estos vulgares traidores a nuestra Nación: una pandilla de idiotas cuyas ensoñaciones y delirios no resisten el más mínimo análisis, y que en otros tiempos más que respeto y tolerancia, como se estila en España contra todos nuestros enemigos, hubieran infundido pena por el justo castigo que se les hubiera infligido, al defender semejantes estupideces.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.