El mayor éxito de los sediciosos antiespañoles donde detentan gobiernos es, sin lugar a dudas, la inmersión brutal en lenguas vernáculas, que ha convertido a los alumnos de los centros de enseñanza públicos en verdaderos desconocedores de la lengua común a toda España, el español


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Resultará familiar a muchos españoles, en esta época de crisis económica, el tener que redactar numerosos currículums de su experiencia profesional y formación académica, así como responder a las preguntas de numerosas entrevistas de trabajo, donde uno de los apartados inexcusables que siempre aparecerá, entre los muchos a desarrollar o a exponer verbalmente, es el de los idiomas que el aspirante conoce y su destreza en los mismos, si sólo lo entienden o si también son capaces de expresarse tanto de forma verbal como por escrito en el mismo.

Pues bien, según un estudio hecho público por la organización civil Convivencia Cívica de Cataluña, entidad cuya existencia se debe a los derechos de los residentes en Cataluña a expresarse en español, los alumnos catalanes de enseñanza secundaria alcanzan el nivel de comprensión del español, de la lengua común de toda nuestra Nación, pero tienen problemas a la hora de redactar o incluso hablar dicha lengua; al menos, el nivel de dominio de dicha lengua es sensiblemente inferior al del resto de comunidades autónomas españolas.

Las cifras que ha hecho públicas esta organización cívica no son fabuladas ni tampoco producto de una elaboración propia. Se basan en los informes que tanto el Ministerio de Educación del Gobierno de España como la Generalidad catalana han hecho públicos habitualmente. Concretamente, los alumnos catalanes muestran carencias relevantes en ortografía, gramática y literatura españolas, siempre que los comparemos con sus homólogos de otras comunidades autónomas.

Si estos jóvenes alcanzaran la mayoría de edad y tuvieran que enfrentar la dura realidad de la búsqueda activa de empleo en el mercado laboral español, cuando les preguntasen por los idiomas que manejan, en el apartado relativo al español deberían decir que su dominio es el de «mera comprensión». Los motivos de semejantes lagunas en el conocimiento de la lengua común de España y de más de 400 millones de personas en todo el mundo son muy claros: el sistema de inmersión lingüística que los sediciosos antiespañoles han implantado en Cataluña, que sólo contempla dos horas semanales de clases en español, frente a las 25 horas lectivas en esta lengua que reciben el resto de estudiantes españoles. El resto de la enseñanza secundaria catalana se imparte en la farragosa y artificiosa habla de laboratorio inventada por Pompeyo Fabra hace cien años, pasando por encima del lemosín que menciona Joaquín Aribau en su Oda a la patria de 1832.

Sin embargo, pese a ese indudable éxito que han conseguido en unas pocas décadas de régimen democrático, en contraste con el estrepitoso fracaso cosechado a la hora de intentar la independencia unilateral de la Nación Española, a causa de su congénita y secular cobardía, los sediciosos Generalidad mediante se empeñan paradójicamente en ocultar semejantes progresos a la hora de conseguir que toda la identidad española existente en Cataluña sea borrada del mapa. Concretamente, cuando llega el momento de redactar periódicamente los Informes PISA, o incluso en las pruebas de selectividad, la administración catalana camufla esa carencia de nivel en lengua española, para que en apariencia se mantenga no ya dentro de los estándares de toda la Nación Española, sino incluso por encima. El secreto: que realizan nada menos que pruebas ¡en catalán! para evaluar los conocimientos de literatura española, incluyendo también los conocimientos de autores españoles y por lo tanto de Historia de la Literatura española y de los literatos españoles que los sediciosos previamente han convertido en «catalanes» para desde esta manipulación poder presumir de ser un pueblo «culto» esclavizado y sometido por los infrahombres «mesetarios».

Como es lógico y recuerda Convivencia Cívica de Cataluña, la simple comprensión de una lengua se adquiere fuera de la escuela, en la vida diaria hablando con el resto de las personas, mientras que el conocimiento más profundo se adquiere en el aula. Buena prueba de que esas dos míseras horas semanales en español que se estudian en las aulas catalanas son una mera concesión, frente al proyecto sedicioso de borrar toda identidad común española en la región. Sin embargo, haciendo honor a sus orígenes curiles, la hipocresía y pusilanimidad de estos sediciosos no conocen límites: con falsas pruebas pretenden hacer, cínicamente, como si no pasara absolutamente nada, como si la inmersión lingüística en catalán fuera inocua (convertido el español en una lengua desprestigiada, reducida despectivamente a «castellano» en esta comunidad autónoma, ejemplo de una diglosia intolerable en el que la lengua común de toda una Nación es rebajada al nivel de algo puramente familiar y expresado con la morfología de la artificiosa lengua catalana de laboratorio), como si el español fuera una lengua cuyo conocimiento en Cataluña es superior incluso al del resto de España.

Convivencia Cívica Catalana, con muy buen criterio, reclama que vuelvan a realizarse las pruebas de alcance nacional, las denostadas «reválidas», para evaluar el dominio de esta lengua, por encima de las trampas que inventan las taifas autonómicas. Pone como ejemplo las que se realizaron en los años 2000 y 2003, impulsadas por el Ministerio de Educación de entonces. Estas pruebas arrojaron unos resultados muy sintomáticos de lo que ya entonces se estaba sufriendo en Cataluña: tan sólo un 33 por ciento de los alumnos catalanes fueron capaces de realizar un dictado en el que no se incluyeran al menos dos faltas de ortografía. En lo relativo al dominio de la literatura en lengua española, concretamente en relación a los contenidos teóricos relativos a los períodos literarios, los autores y las obras compuestas por éstos, los escolares formados en Cataluña sólo acertaron un 35 por ciento de las preguntas, frente al 79 por ciento de respuestas correctas que lograron los del resto de España. No queremos ni pensar qué disparatados conocimientos tendrán quienes estudian Historia de España en Cataluña, dada la manipulación torticera y descarada que se ejerce en las aulas a través de los profesores mercenarios separatistas…

Desde la Fundación Denaes denunciamos esta intolerable situación de diglosia establecida no sólo en Cataluña sino en otros lugares como la Comunidad Valenciana, el País Vasco o Navarra desde que gobiernan las sectas de Nafarroa Bai y EH Bildu, donde a unas lenguas vernáculas de laboratorio se les prestigia hasta el paroxismo, mientras que la lengua española, común a toda la Nación Española y hablada por 400 millones de personas en el mundo, se la reduce a una lengua meramente familiar, residual en la enseñanza pública, con vistas a borrar la identidad común de toda la Nación en estas regiones.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.