Acostumbrados a comprobar con indignación que los ultrajes al Himno Español en la Final de la Copa del Rey son considerados como parte de la normalidad democrática, la prohibición para la inminente final copera de la bandera sediciosa catalana, la estelada, ha provocado que los sediciosos pongan el grito en el cielo


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No cabe duda que la Nación Española vive en una grave crisis, ya no tanto la económica, que corresponde, pese a tantos pesimistas que desconocen los mecanismos de la Economía Política, simplemente a un ciclo que no ha provocado ningún colapso ni desaparición del tan caro «Estado del Bienestar». La verdadera crisis que vive la Nación Española es la crisis política, en la que su pervivencia en el tiempo ha sido puesta en cuestión por diversos grupos de sediciosos, cuyas aspiraciones son las de minar lenta pero seguramente tanto la identidad común a todos los españoles, como la unidad de la patria, con vistas a formar con sus despojos sus delirantes países.

En este sentido, el deporte rey, el fútbol, ha sido utilizado como canal para que todo el mundo pudiera ver, a través de la televisión formal, en directo, ese constante ultraje a la Nación que cometen estos sediciosos, que desde el año 2009 se viene produciendo periódicamente cuando se celebra una Final de la Copa del Rey y los protagonistas son clubes cuyos objetivos se identifican bien parcial bien plenamente con los delirios separatistas; tal es el caso de los clubes Athletic Club de Bilbao y Fútbol Club Barcelona, que a veces compartiendo final, otras enfrentándose a otro equipo respetuoso con los símbolos nacionales, a través de sus respectivas aficiones, y con la dirección de organizaciones sediciosas que apoyan la participación de las selecciones autonómicas vasca y catalana, como selecciones nacionales de pleno derecho (concretamente, Esait y Cataluña Acción, en lo referente a la selección vasca y la catalana, respectivamente) han injuriado de forma grave y reiterada, como si fueran un solo hombre, al Himno Español y al Jefe del Estado, con «pitadas monumentales» que han quedado para la Historia.

Ante la pasividad de las instituciones españolas, pese a la indignación creciente de un gran número de conciudadanos, estos ultrajes a España demuestran la crisis gravísima que vive nuestra Nación, sin parangón alguno con otra nación canónica, puesto que ante semejantes injurias simplemente se hace como si no pasara nada, se tolera como si fuera un síntoma de «normalidad democrática». Así lo han estimado jueces como Santiago Pedraz y Fernando Andreu, que ante sendas querellas (una de ellas por la Fundación Denaes, en el año 2009) interpuestas contra los autores de las pitadas, sentenciaron que había que respetar la libertad de expresión, «la piedra angular de los principios de la democracia», según singular expresión de la prevaricación constante en lo que a la justicia se refiere…

Sin embargo, parece que este año, cuando se va a disputar el próximo domingo la Final de la Copa del Rey entre el Sevilla Fútbol Club y el Fútbol Club Barcelona (uno de los clubes implicados en las recientes injurias a España), la Delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, ha prohibido a los aficionados barcelonistas (así como a cualquier otro aficionado que pueda tener semejante ocurrencia) introducir en el Estado Vicente Calderón, sede de la final copera, la bandera separatista, la «estelada», porque con la Ley del Deporte en la mano, la enseña sediciosa es un símbolo que incita a la violencia.

La consecuencia inmediata de semejante anuncio ha sido que el Presidente de la Generalidad, Carlos Puigdemont, ha anunciado que no asistirá a la final de la Copa del Rey, puesto que la prohibición de portar las banderas esteladas la considera «una grave vulneración del derecho de expresión de miles de catalanes». Se aferra así Puigdemont a la singular jurisprudencia que los jueces Pedraz y Andreu, saltando por encima del Artículo 543 del Código Penal que tipifica los abucheos y pitos proferidos como ultrajes a España, invocando la sacrosanta libertad de expresión por encima de cualquier limitación; poniendo en valor la libertad de expresión frente a las leyes que tienen que vigilar el ejercicio de la misma, precisamente las leyes españolas cuyo ultraje fue realizado a través de la injuria a sus símbolos y con ellos a toda la Nación, los sediciosos se sienten en pleno derecho de seguir ultrajando a España y a los españoles, y de exhibir sus provocativas enseñas, anuncio de lo que se nos avecina.

El Presidente de la Generalidad ha añadido además que no asistirá a la final copera (ni a ninguna otra, esperemos) mientras «no se respete el derecho de expresión» de los seguidores del Fútbol Club Barcelona para exhibir esos símbolos sediciosos, banderas separatistas que además son banderas completamente fuera de la legalidad, puesto que, por mucho que pese a Puigdemont en su singular interpretación de la legalidad, la «estelada» no es es «perfectamente legal y democrática», puesto que no aparece reconocida ni como bandera autonómica, ni siquiera como bandera de partido político alguno; que esa bandera sea «sostenida en las manos de millones de catalanes» como «un símbolo de libertad» (Puigdemont dixit), deja bien a las claras que es una bandera usada para los poco santos fines de los sediciosos, esto es, como señala la Ley del Deporte, clasificable dentro de los «símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o por las circunstancias en las que se exhiban o utilicen de alguna forma inciten, fomenten o ayuden a la realización de comportamientos violentos o terroristas, o constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo», y por lo tanto susceptible de prohibición.

Desde la Fundación Denaes destacamos notablemente la labor de la Delegación del Gobierno en Madrid, que ha tenido el mínimo coraje de aplicar la legislación vigente en materia deportiva, y prohibirá la exhibición de banderas sediciosas; bien estaría que también las autoridades encargadas de velar por la seguridad en la sede de la Final de la Copa del Rey, hicieran lo posible por neutralizar la previsible pitada al Himno Español con la que los sediciosos injurian periódicamente a toda la Nación. Asimismo, y tomando la palabra al representante de ERC en el Congreso de los Diputados, Juan Tardá, no nos parecería mal que el Fútbol Club Barcelona, en coherencia con esas ideas sediciosas de las que se haya impregnado, haciéndose solidario de estos ultrajes y otros muchos que permite en su estadio, no participase de la Final de una Competición cuyo organizador no respeta, por ser Rey de España. En cualquier caso, no dudamos que la afición del Sevilla Fútbol Club honrará la enseña nacional y el Himno de España, como escrupulosamente hizo en la Final del año 2010.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.