El documental en memoria de los 35 años transcurridos tras la publicación del denominado Manifiesto por la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña, o «Manifiesto de los 2300», constituye un testimonio único de la amenaza separatista contra la unidad y la identidad de la Nación Española en Cataluña

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Pese a los ya casi cuarenta años transcurridos tras la Transición democrática en España, muchos de los síntomas de corrupción que planeaban sobre nuestra Nación no han remitido, sino que, lejos de abordarse una solución que mitigase sus efectos, se permitió a través de canales institucionales como el Estado de las Autonomías que la enfermedad siguiera su curso. Así, la democracia española se convirtió no en una democracia con déficits, sino que arrastró en su constitución política y su discurrir a lo largo de varias décadas los síntomas de unas amenazas separatistas instaladas secularmente en su seno, y ahora con medios legales y materiales para poder ahondar en la enfermedad que pone en peligro la continuidad de España como nación.

Precisamente, hace ya treinta y cinco años, un 25 de Enero de 1981, en el comienzo del despliegue de nuestro régimen constitucional democrático, una serie de profesionales en Cataluña alzaron su voz frente a la incipiente inmersión lingüística en catalán que los separatistas estaban implantando en esta autonomía española. Se trata ni más ni menos que de los profesionales liberales (principalmente profesores y escritores) que se adhirieron al Manifiesto por la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña, también conocido como «Manifiesto de los 2300», en referencia al número de abajofirmantes que lo protagonizaron.

En el texto aparecieron las firmas de los conocidos Amando de Miguel, el poeta Carlos Sahagún, Federico Jiménez Losantos, el escritor Santiago Trancón, los profesores José María Vizcay y Alberto Cardín y un gran grupo de profesionales liberales que, por el miedo ya entonces reinante a las represalias, decidieron adherirse al texto pero permanecer en el anonimato, en el que pedían algo tan simple y modesto como que se respetara la opción de quienes deseaban expresarse en español en una parte de España. De hecho, el 21 de Mayo de ese mismo año, miembros del grupo terrorista separatista Tierra Libre secuestraron al entonces profesor de Lengua y Literatura Española Federico Jiménez Losantos, lo ataron a un árbol y le descerrajaron, de la forma cobarde y paradigmática que identifica al terror separatista antiespañol, un tiro en una de sus rodillas, para después abandonarle. A partir de este hecho, el propio Losantos y muchos de los firmantes del Manifiesto de los 2300 abandonaron Cataluña para proseguir sus vidas en otros lugares de nuestra Nación libres de la lacra separatista.

Todo esto aparece en el documental «Disidentes. El precio de la discrepancia en Cataluña», que recientemente ha estrenado la asociación Sociedad Civil Catalana, surgida para combatir a favor de los derechos y que produce la cinta dirigida por Francisco Jurado. En el mismo se recogen los testimonios de diversas personas vinculadas a asociaciones civiles en defensa de los derechos lingüísticos en Cataluña, como Ana Losada, de la Asociación por el Bilingüismo, o Agustín Fernández, el padre de Mataró (de cuyo caso dimos cuenta en su día en uno de nuestros editoriales) que recientemente hubo de cambiar a sus hijos de colegio, negándose los sediciosos que detentan el poder en esa autonomía a obedecer las sentencias de los tribunales que reconocen el derecho a recibir al menos una cuarta parte de las clases en español; también de otros como la directora de Instituto Dolores Agenjo, que se negó a ceder las llaves del recinto para el pseudorreferendum separatista del 9 N.

Uno de los testimonios más significativos es el de José Domingo, antiguo diputado por Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña, que destaca que el denominado «Manifiesto de los 2300» supuso «la primera respuesta social de una parte del pueblo de Cataluña a la pretensión totalizadora de imponer una lengua única», cuya réplica separatista fue sencillamente brutal, pues «A uno de los líderes disidentes [el periodista Jiménez Losantos] se le secuestra y se le dispara en la pierna», provocando que miles de los profesores, tantos los firmantes como los no firmantes del Manifiesto, abandonen Cataluña.

Precisamente en el año 2011, en la conmemoración del treinta aniversario del citado Manifiesto, por iniciativa del propio José Domingo a través de la asociación Impulso Ciudadano, el Ateneo Barcelonés negó sus instalaciones para celebrar la efeméride, alegando que el citado texto «ataca a Cataluña». Asimismo, en este contexto, la escritora mercenaria Isabel Clara Simón arremetió hace ahora justo cinco años, en la televisión no menos mercenaria, a sueldo del separatismo catalán, TV3, contra los 2300 profesionales que firmaron el Manifiesto, acusándoles de ser una minoría de «anticatalanes», y de estar en contra de que «prosperase la lengua catalana» en Cataluña. Verdaderas falacias dignas del carácter mercenario y carente de autenticidad de semejante señora, que considera una vulgar lengua de laboratorio como lo verdaderamente propio de Cataluña, obviando que en esa región, como en cualquier otra de la Nación Española, todo el mundo entiende y habla el español perfectamente; como si los separatistas fueran una especie de etnia o tribu segregada de la civilización y viviera exenta y marginada en España…

Asimismo, la señora Simón también entonces reclamó lo que hoy día constatamos como una realidad de los necios separatistas, que para ellos «los caminos parlamentarios no son viables» para dejar de ser «una colonia de España», puesto que «la sociedad catalana es independentista, pero las leyes no lo son». Esto es, que situaciones como las elecciones «plebiscitarias» del pasado 29 S sólo admiten la lectura de que los ganadores de dichos comicios, aun con mayoría simple, representan una irreal y disparatada «voluntad general» de un «pueblo catalán» con sustancia propia y dueño de su destino, que hubiera alzado la voz ante la opresión española. Delirante…

Desde la Fundación Denaes consideramos el documental «Disidentes. El precio de la discrepancia en Cataluña» como un homenaje a los valientes profesionales que, ya en los comienzos de la inmersión lingüística aplicada con tenacidad en Cataluña, demostraron una encomiable fortaleza frente a semejante amenaza contra España, pero también una considerable soledad frente a los enemigos de la Nación Española, que acabaron logrando su objetivo de segregarles. Pasados treinta y cinco años, la tenacidad de los sediciosos en imponer sus reglas de juego allá donde gobiernan sigue siendo la misma o mayor, y los poderes públicos no pueden dejar pasar más tiempo para conjurar tal secular amenaza.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.