Quieren evitar la división entre conservadores y moderados, y postergan el debate para el otoño


20060623104840.jpg23-06-2006-El Mundo

JOSÉ MANUEL VIDAL (EL MUNDO)

MADRID.- Le llaman ‘comunión eclesial’ y es uno de los bienes más preciados de la Iglesia. Y como el debate sobre la unidad de España enfrentaba y dividía en profundidad al Episcopado en dos sectores, unos y otros han decidido «primar lo que los une más que lo que los separa». Y posponer para el próximo otoño la elaboración de una instrucción pastoral que aborde «las grandes cuestiones que suscitan particular preocupación en este tiempo».

«In necesariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas» (en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad). Esta consigna de San Agustín ha presidido el quehacer de los obispos en la Conferencia Episcopal, su máximo órgano colegiado. Porque todos ellos saben que la supervivencia de la propia Iglesia se juega en lo que teológicamente se llama «la comunión eclesial». Lo que los militares llamarían disciplina. En la Iglesia hay auténtico pánico al cisma y a la división.

«In ecclesiae comunione» es el lema episcopal del cardenal de Madrid, Rouco Varela, el líder del sector mayoritario, que, junto al cardenal Cañizares, venía insistiendo en la necesidad de un pronunciamiento claro del Episcopado sobre la «unidad de España como bien moral».

Pero por no romper la comunión eclesial, el purpurado madrileño cedió. Aun sabiendo que tenía los números de su lado. Porque la correlación de fuerzas entre el sector conservador y el moderado en la Casa de la Iglesia es de 53 a 25, a favor de los postulados de Rouco.

Pero como dice un prelado muy cercano al cardenal, «la asamblea plenaria del Episcopado no es un Parlamento, aunque votemos. Es una reunión de hermanos». Y eso que hubo debate. Cordial, pero intenso. Los obispos se encontraron, al iniciar la sesión extraordinaria, con un esquema de 15 páginas, en el que se abordaban detalladamente diferentes cuestiones «sociales, políticas, culturales y religiosas». Entre ellas, la de la unidad de España. Y como dice un obispo moderado, «de una forma muy dura y tajante».

Nada más iniciar la asamblea, intervino el presidente del Episcopado, monseñor Blázquez, con un pequeño discurso, en el que invitó a la unidad. Al final, se impuso el estilo del obispo de Bilbao. Por el lado conservador, destacaron las intervenciones duras y tajantes del cardenal Cañizares o del arzobispo de Granada, Javier Martínez. Rouco, en cambio, estuvo mucho más comedido. Por el lado moderado, especial relieve tuvieron las intervenciones de obispos vascos y catalanes y de algunos obispos jóvenes.

Pero el que realmente consiguió que todos convergiesen fue Fernando Sebastián. Para que no hubiese ni vencedores ni vencidos, el arzobispo de Pamplona convenció a los conservadores para que cediesen en su pretensión de publicar una nota sobre la «unidad de España como bien moral» y a los moderados para que aceptasen que ese tema sea objeto de una instrucción pastoral, un documento serio y profundo, que comenzará su camino en otoño. Y en ese momento, las espadas episcopales volverán a estar en todo lo alto.