Estimados amigos:

Las noticias políticas de estos últimos días se centran en la intervención militar que con el respaldo de la Resolución 1973 de la ONU, se está produciendo en Libia a cargo de una coalición de países miembros de la OTAN. Independientemente de los eufemismos con los que quiera catalogarse dicho conflicto, a los que el gobierno socialista nos tiene ya más que acostumbrados, lo que destaca desde nuestra perspectiva es que la alianza no puede ser más confusa y ambigua: países como Alemania (otrora el «corazón de Europa», según nuestro presidente) no intervienen en las operaciones, Estados Unidos no lidera con firmeza los ataques, e Inglaterra ha pedido la dirección expresa de la OTAN. Por el contrario, Francia ha llevado toda la iniciativa de la intervención, y España, que hasta hace muy poco sólo intervenía en «misiones de paz», se suma entusiásticamente a las operaciones bélicas.

Esta sumisión a Francia tan incondicional en lo político es un resultado que sólo cabe atribuir a los años de gobierno socialista en España, que ha dejado a la Nación Española en situación muy comprometida. Seguramente, aunque el propio gobierno socialista lo desease, o incluso un hipotético gobierno de quienes hoy se encuentran en la oposición, hoy por hoy no se podría tomar una decisión contraria a la intervención en Libia.

Una de las causas principales de esta sumisión a nuestros vecinos es la situación de depresión económica que vive España, pero también principalmente la problemática del terrorismo de ETA, con la que Francia nos mantiene maniatados desde hace varias décadas, aflojando o apretando los controles sobre la organización terrorista en su territorio según sus propias conveniencias políticas, con todo el perjuicio que supone que al otro lado de la frontera de España se encuentre un «santuario» del separatismo antiespañol. Todo ello condiciona sin duda alguna esta política de sumisión respecto a nuestro vecino, que nos ha llevado a tener que apoyar incondicionalmente la guerra en Libia. No olvidemos que Zapatero prácticamente tuvo que comprar a Francia, hace tres años, un asiento como mero comparsa en la cumbre del G 20.

Tampoco debe olvidarse en este sentido la situación política de España, y concretamente nuestra política exterior, especialmente en lo referente a las relaciones con Europa y también en general con otros países del mundo. En este aspecto, España ha perdido durante los últimos años mucho del peso ganado anteriormente. No sólo se ha visto claramente relegada en la toma de decisiones dentro de la Unión Europea, como se vio en la Presidencia de la Unión que ostentamos hace un año sin pena ni gloria, sino en la práctica totalidad de los foros internacionales donde se toman decisiones importantes para el sostenimiento del actual orden internacional.

Partiendo de estos hechos, cabe plantearse las siguientes cuestiones:

¿Cómo evitar el seguidismo de Francia en políticas que seguramente no van a beneficiarnos?

¿Qué reorientación necesita la política exterior de España para recuperar una mínima importancia en el concierto internacional?

Ciudades donde se va a celebrar este Observatorio: Jaén, Gran Canaria, Murcia, Santander, Oviedo, Madrid, La Línea de la Concepción (Cádiz), Majadahonda (Madrid), y Sevilla.