¿Qué está haciendo el Gobierno?

Ana Velasco Vidal-Abarca

El comunicado de ETA anunciando “un alto el fuego permanente” ni me sorprende, ni me alegra, ni me entristece. No me produce ningún sentimiento. Lo de ETA es previsible, estamos ante un cambio de táctica, sin más. Los objetivos permanecen inalterables desde hace cuarenta años. ETAes un dolmen prehistórico, ni se mueve, ni se moverá. Solo desmenuzando y triturando la piedra conseguiremos que desaparezca y que no caiga sobre nuestras cabezas y nos destroce.

Sin embargo, la actitud del Gobierno sí que me hace sentir una profunda preocupación. Desde que Nicolás Redondo fue defenestrado de la dirección del Partido Socialista en el País Vasco se pudo deducir que la política antiterrorista de esa formación iba a sufrir un giro de 180 grados, como así ha sido.

Ahora nos encontramos ante una situación en la que se lanzan las campanas al vuelo por un anuncio en el que ETA cambia de estrategia momentáneamente para tratar de conseguir los objetivos de siempre “negociando” con un gobierno que sabe débil y condicionado para mantenerse en el poder por el apoyo de un partido independentista como ERC que a su vez firmó un pacto con ETA en 2004. Las circunstancias no pueden ser más propicias para los intereses de ETA. Hace unos días se ha aprobado por primera vez en la historia que Cataluña sea reconocida como nación en el nuevo Estatuto de Autonomía que están tramitando las Cortes, los terroristas pretenden conseguir para el País Vasco mucho más.

Ojalá me equivoque pero si se cumple todo lo pactado por ETA y el PSOE, habrá una mesa de partidos con Batasuna y PNV como protagonistas y el PSE como comparsa; se pondrá en marcha un nuevo “marco político” con referéndum incluido; se sacará a los presos de la cárcel y por supuesto se permitirá que los abertzales vuelvan a los ayuntamientos. ETA tensará la cuerda todo lo posible y junto con el resto de los partidos nacionalistas pondrá las bases para llegar lo antes posible a ese objetivo final al que jamás renunciará y que no es otro que la independencia.

Si el guión establecido no se sigue a rajatabla, ETA sacará las pistolas que no tiene intención de entregar y, de cualquier modo, mantendrá la amenaza y la coacción simplemente existiendo. Porque ETA, que es un grupo terrorista, se define a si misma como una organización armada y se arroga el derecho de utilizar la violencia cuando lo considera conveniente. De hecho, las bombas de las últimas semanas han sido su forma de presionar al Gobierno en las negociaciones secretas que llevan manteniendo desde no sabemos cuando. El comunicado de ETA se ha producido porque el Gobierno ha aceptado las condiciones que le han impuesto.

España es una democracia desde hace treinta años, no lo olvidemos. Tenemos unas instituciones y unos representantes políticos que podemos elegir cada cuatro años. Ese es el único marco en el que se puede hacer política, no en mesas o negociaciones paralelas sin luz ni taquígrafos. Es una vergüenza y una humillación que el Estado eleve a la categoría de interlocutores políticos a unos asesinos. El Gobierno está transmitiendo a los españoles el mensaje de que el terrorismo es una herramienta útil para condicionar la política y lograr objetivos y no solo eso, está dispuesto, a cambio de una hipotética paz, a entregar una parte de España a un nacionalismo voraz y fanático para que continúe imponiendo sin cortapisas su pensamiento único y ahogando la libertad o expulsando a los que no se quieren someter a su tiranía.

Por eso, quien me preocupa es el Gobierno. ETA es la de siempre, el que no sabemos quién es ni a dónde va es ZP.