Permanezcamos en la unidad histórica que nos constituye, sin entrar en la forma política en que ésta se organice.


22467_antonio_canizares_llovera.jpg“La Iglesia no debe bendecir una forma de Estado concreta –escribíamos aquí el pasado 23 de junio-, pero no sería impropio que la Iglesia se implicara en la continuidad histórica de España, porque eso es lo que está hoy en juego”. Ahora el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, ha hecho votos en una exhortación pastoral para que “permanezcamos en la unidad histórica que nos constituye, sin entrar en la forma política en que ésta se organice”. La exhortación de monseñor Cañizares, llena de sincero amor a España y a su identidad cultural e histórica, es un ejemplo que, a nuestro modo de ver, debería cundir en la Iglesia. Nadie puede legítimamente exigir a la Iglesia que se comprometa con una determinada forma de Estado, pues éstas son variables a lo largo de la Historia y mudables como toda obra humana, mientras que el ámbito específico de la Iglesia es lo intemporal. Pero “la unidad histórica que nos constituye”, como dice el cardenal Cañizares, muestra una profunda solidaridad entre el camino de la Iglesia y el de la propia unidad nacional. Así pues, gracias, Monseñor.