En circunstancias normales, la única realidad nacional posible es, tautológicamente, la de las naciones realmente constituidas.


escudoshistoricos.jpgSabemos que existen naciones reales, minerales reales, deportes reales, libros reales, patatas reales, pero no hay “realidades nacionales”, “realidades minerales”, “realidades deportivas”, “realidades libreras” o “realidades patateras”. Si decimos que hay, por ejemplo, “realidades sociales” o “naturales”, estamos diciendo que hay cosas que pasan en el interior de la sociedad y de la naturaleza. Es el calificativo lo que define a esa “realidad”. Habitualmente, una “realidad” en forma de patata suele ser una patata, y si no es una patata, necesariamente será otra cosa. Lo mismo vale para una realidad “en forma de nación”. En circunstancias normales, la única realidad nacional posible es, tautológicamente, la de las naciones realmente constituidas. Una realidad nacional que no sea nación es un absurdo, como lo sería una realidad mineral de carácter vegetal. Quienes frívolamente emplean esa fórmula de la “realidad nacional” –de momento, en los nuevos estatutos catalán y andaluz- están apuntando a que sus comunidades son, en realidad, naciones. Y no lo son. No lo son.