Los sectores más conscientes y responsables de la sociedad española se preguntan qué nuevas brechas se abrirán en la unidad nacional.


Entramos en la habitual parálisis de agosto. Es como si el país se durmiera hasta septiembre. Pero no hay descanso. Los sectores más conscientes y responsables de la sociedad española se preguntan qué nuevas brechas se abrirán en la unidad nacional. El Gobierno Zapatero ha emprendido dos caminos de final incierto: por un lado, un proceso de fragmentación del Estado de las Autonomías que nadie sabe dónde acabará; por otro, una dinámica de negociación con ETA que va pareciendo más suicida cuanto más se obstina el Gobierno en negar que la violencia y la extorsión continúan. Ambos caminos convergen, para el Gobierno, en una única meta: la demolición del Sistema de 1978 y su sustitución por un sistema nuevo, donde el centro del poder se habrá desplazado hacia los socialistas y los nacionalistas periféricos. Para hacer realidad ese proyecto, el Gobierno tiene que vencer un obstáculo: la certidumbre colectiva de que España es una nación. Nosotros, en esta Fundación, nos hemos propuesto mantener tal certidumbre. España es una nación y queremos que siga siéndolo. También cuando llegue septiembre.