Nosotros somos partidarios de una España fuerte que asuma sus obligaciones internacionales.


Contra lo que dice la propaganda gubernamental, es justo que la oposición exija plenas seguridades sobre el alcance, contenido y plazo de la misión militar española en Líbano. La risible contraposición entre “misiones de guerra” y “misiones de paz” puede satisfacer a los incondicionales de Zapatero, pero es una burla para la opinión pública. Dado el papel que juega España en la estructura geopolítica del planeta –un papel que no ha variado sustancialmente desde González hasta Aznar–, la presencia exterior de tropas españolas es una exigencia de la seguridad nacional: nuestras fronteras se defienden lejos de ellas. Pero si este imperativo se envuelve en nubes de demagogia, el ciudadano pensará que le están tomando el pelo. Afganistán, Irak y Líbano son escenarios distintos de una misma guerra. A los gobiernos españoles, por una elemental cuestión de prestigio del Estado, hay que exigirles sentido de la responsabilidad y, además, que digan la verdad a los ciudadanos. Nosotros somos partidarios de una España fuerte que asuma sus obligaciones internacionales. Pero reprobaremos a cualquier Gobierno que ponga en peligro vidas españolas por conveniencia partidista o para paliar los efectos de una demagogia irresponsable.