Si noticias como esta movieran a los españoles a aumentar su natalidad, sería bueno para todos.


La noticia del nuevo embarazo de Doña Leticia ha generado un cierto debate. En estos últimos años se ha propuesto reformar la Constitución para deshacer el privilegio de género en la sucesión a la Corona; si ahora el próximo vástago es varón, puede crearse un problema bastante engorroso. En cualquier caso, la Corona ya tiene sucesor en la persona de Don Felipe y nadie conoce aún el sexo de su segundo hijo, luego el debate tiene algo de ocioso. Mayores consecuencias puede tener esta noticia en los plazos de la reforma constitucional en ciernes; debería imponerse la prudencia.

Pero la noticia del embarazo de la princesa de Asturias presenta otro nivel de análisis. En la medida en que las actitudes de la Familia Real puedan suscitar alguna emulación en la sociedad, cabría plantear un asunto que hoy pasa por “políticamente incorrecto” pero que, en rigor, es absolutamente decisivo: no hay nación sin nacimientos. Una nación que envejece, una nación sin hijos, es una nación condenada a morir. Y la sociedad española, cuya demografía hace años que figura entre las más estancadas del mundo, va siendo buen ejemplo de ello. Si noticias como esta movieran a los españoles a aumentar su natalidad, sería bueno para todos.