Defender la nación española es defender la libertad.


Tras el dislate de la realidad nacional catalana y de la nacionalidad histórica balear, hemos estado a punto de presenciar un nuevo disparate a cuenta del próximo estatuto gallego, que socialistas y nacionalistas sitúan bajo la advocación de una Galicia nacional.

Lo que estamos viendo es algo muy claro: la desnacionalización de España. Pero, al final, la pregunta que un político tendría que hacerse es cómo se defiende mejor a España y a las libertades de los españoles: si manteniendo la unidad nacional como premisa irrenunciable, o si cediendo ante los nacionalistas periféricos para tener tranquilo el corral. En otros términos: ¿Qué es mejor, defender la nación o defender el sistema?

Nosotros contestaremos que defender la nación, hoy, garantiza las libertades de los ciudadanos y la solidaridad entre ellos. Demasiados políticos piensan al revés. Pero es el peor camino posible. El resultado lo estamos empezando a ver en Cataluña: las cesiones a los nacionalistas lesionan, primero, la unidad nacional española; después reducen las libertades reales de los ciudadanos y, en breve plazo, terminan hipotecando el propio sistema democrático.

Defender la nación española es defender la libertad.