Queridos amigos:

Como muchos habréis sospechado ya, el Observatorio de la Nación de este mes de mayo viene marcado, inevitablemente, por la complicada actualidad política que vivimos.

Todos sabíamos, muchos sospechábamos y algunos nos temíamos las consecuencias electorales del pasado 9 de marzo. Aun desvinculándose de la actividad política directa, la Fundación para la Defensa de la Nación Española había expresado dicho temor antes de aquella fecha; albergó después, inmediata y quizás ingenuamente, la esperanza de un movimiento social fortalecido por diez millones de votos que no impidieron una más que relativa derrota electoral y abanderado por el único partido que, al menos hasta hoy, ha luchado por defender las garantías constitucionales en una España amenazada por muy diversos frentes: el Partido Popular.

Ahora bien: la indeterminación en el rumbo de dicho partido durante las últimas semanas ha llevado a muchos ciudadanos al pesimismo, cuando no a la desesperación y augurio de una vuelta de tuerca más en el proceso de descomposición de la Nación española. No hay día en que no se acorte la distancia entre la dirección del principal partido de la oposición y esa tan irresponsable como engañosa voluntad de diálogo presuntamente “moderado”, tal como han indicado destacados portavoces de esta agrupación política.

Son muchos los signos que parecen abocar al derrotismo, la resignación y, quién lo iba a decir, la impunidad definitiva de los que desean pulverizar la Constitución de 1978 y disolver así definitivamente la Nación española.

Pero cabe igualmente otra mirada. Desde la Fundación DENAES pensamos que, sobre este cambio en rumbo, puede y debe considerarse positiva una reacción en el seno del Partido Popular espontánea, insobornable todavía, rebelde aún frente a la tiranía de la mentira y el chantaje separatistas. La respuesta de la presidenta de los populares vascos, la de Ortega Lara y la de tantos otros son signos -creemos- que nos inducen a pensar que no todo está perdido. Es más, creemos que este germen de dignidad y resistencia llega cuando quizá más falta hacía y supone, a la luz de un futuro cada vez más negro (estatutos en ciernes, atentados en ascenso, crisis económica galopante, etc.), aglutinar definitivamente a una gran masa de españoles conscientes cuyo ánimo necesita ser más que nunca espoleado.

En muchos de los últimos observatorios hemos señalado con el dedo índice el desinterés, la comodidad y el panfilismo de muchos compatriotas como una nefasta quinta columna dentro de la Nación española. Pues bien: la crisis y el actual cambio de rumbo en el seno del Partido Popular pueden servir, paradójicamente, de revulsivo frente a un enemigo crecido en la pasividad del español medio; en la aparente inutilidad de instituciones cívicas que, como la Fundación DENAES, encuentran hoy su mayor razón de ser y plenitud en sus funciones: inspirando, adoctrinando, fortaleciendo intelectualmente los argumentos de quienes aún luchan por dignidad, la libertad y la igualdad entre todos los españoles.

El pasado sábado 17 de mayo inauguramos en Madrid, como sabéis, un monumento en honor de todas las víctimas del terrorismo. Las palabras de nuestro presidente, Santiago Abascal, reclamando (textualmente) “nuestra voluntad de no cambiar justicia y libertad por ese miserable bienestar de esclavos al que algunos llaman paz” sonaron allí, en la plaza de la República Dominicana, beligerantes y rotundas. Como deben sonar en estos tiempos y como suenan en la voz de otros dirigentes del Partido Popular que tampoco se resignan frente a actitudes de tibieza y confusión con el paisaje.

Es por ello que este Observatorio quiere plantearos hoy, desde una nueva perspectiva, las siguientes y trascendentales cuestiones:

  ¿Era previsible la situación por la que actualmente atraviesa el principal partido de la oposición?

  ¿Resulta positiva para la defensa de la Nación española la clarificación de posturas en el seno de dicho partido?

  ¿O debemos, por el contrario, fijarnos en otras formaciones políticas para canalizar la promoción de la unidad, la igualdad, el patriotismo y los demás valores que defendemos?

  ¿Y cuál sería entonces la función, si es que se contempla, de instituciones cívicas como la Fundación DENAES respecto a la situación crítica que vivimos y el panorama al que nos asomamos?

Ciudades donde se ha celebrado este Observatorio: Santander, Oviedo, Coruña, Caravaca, Jumilla, Madrid, Alicante, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Albacete, Badajoz, La Línea de la Concepción (Cádiz), Murcia, Elche, Valladolid, Almería y Majadahonda.