Queridos amigos:

Resulta a veces complicado olvidar la política y fijarse exclusivamente en problemas de índole social, cultural o histórica. No es fácil abstraerse de la mezquina actualidad diaria, leer los periódicos y conectarse a un mundo cada vez más globalizado con una visión más profunda de las cosas que la que, intencionadamente, quieren imponernos los jerarcas mediáticos y económicos que hoy en día controlan nuestra atribulada España. Basta abrir cualquier diario o encender un ordenador para acabar empapándonos de intrigas de partido, vendetas políticas, corruptelas, miserias de arribistas del poder o declaraciones altisonantes por parte de quienes ocupan escaño o gobiernan desde ministerial despacho.

Los acontecimientos que han acaparado la actualidad desde el último Observatorio de la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española reflejan, amén de un panorama desolador para esta última, lo que parece una evidente voluntad de distracción dirigida a las masas: películas subvencionadas por gobiernos autonómicos donde guardias civiles practican felación con terroristas etarras; inauguración por Carod Rovira en Berlín de una embajada oficiosa de Cataluña; imposición del catalán y el eusquera a edades cada vez más tempranas, marginándose continuamente el castellano en determinadas CC.AA.; declaraciones del alcalde de Bilbao Iñaqui Azcuna disculpándose, avergonzado, por tener que colocar la bandera de España -tras sentencia judicial- en la fachada de su ayuntamiento; planes de reducción de tropas españolas en las plazas de Ceuta y Melilla, preparando así una aberración política llamada “cosoberanía” al gusto del bienquisto Mohamed y de su amigo Zapatero; continua apertura de mezquitas en ciudades como Sevilla, financiadas con dinero saudí y aprobadas con el visto bueno de dirigentes socialistas; niños cantando el “Els Segadors” mano al pecho, en patética imagen preparada por Julia Otero en la televisión catalana (¿alguien puede concebir algo así con el himno español , sea en canal nacional o en autonómico?); el director de un colegio balear de Primaria justificando el prohibir a sus alumnos hablar el español incluso en el recreo, etc., etc. Y todo ello aderezado con episodios tan atroces como abusos, secuestros y asesinatos de menores; el descubrimiento de prácticas abortivas inenarrables en clínicas españolas, auténticas barbaridades más dignas de una cámara de los horrores; o parricidios con decapitación y paseo incluido, en escenas propias de una España cada vez más negra que dejan en ridículo el tremendismo salido de la pluma de Camilo José Cela o del pincel del pintor Gutiérrez Solana.

Todo ello indica que el nivel de enfangamiento moral y social no tiene ya límites en esta pobre España y corre, seguramente, paralelo a su degeneración territorial y política. Pero, ¿es gratuita esta coincidencia? Desde la Fundación DENAES creemos que desde luego no lo es. Es más, pensamos que la salud de una nación está indefectiblemente unida al ambiente moral, espiritual -digamos- y que respiran sus habitantes y especialmente sus más jóvenes generaciones. Si hoy a muchos españoles ha llegado a darnos asco hasta encender el televisor, si hemos perdido el interés por la actualidad nacional en medio de un rechazo visceral a los protagonistas y a sus hechos, esto no sucede porque sí . Sucede porque interesa a quienes manejan los hilos del poder y de los medios -tanto monta-, que desgraciadamente son hoy en día los mismos que quienes pretenden la destrucción de España; de su pasado, de su unidad y de su esencia. Ahora bien, no deja de ser esperanzador para el futuro de la Nación -desde otro punto de vista- que haya aumentado el número de españoles asqueados por las miserias políticas y la degeneración moral de la patria.
Sobreponiéndonos de antemano al derrotismo y a la permanente ridiculización a la que aquellos mismos medios someten cualquier actitud contracorriente o heroica,

¿cuál sería, pues, la respuesta más útil de este gran porcentaje de ciudadanos que perseveramos en nuestra voluntad de defender lo que queda de nuestra vieja y antaño gloriosa Nación española?

¿En qué frente o frentes puede ser más útil nuestro coraje? ¿Quizá en el ámbito educativo, fuente para muchos de todos estos males?

¿Son necesarios hechos explícitos y contundentes por nuestra parte, canalizados por fundaciones civiles como DENAES, o, por el contrario, se trata más bien de una batalla de las ideas?

Y ya para terminar, en este último caso, ¿qué receta o recetas, entre las muchas de que se han servido los regeneracionistas españoles en momentos igual o más críticos que los que vivimos (Jovellanos, Joaquín Costa, Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, etc.) podemos aprovechar para plantar batalla en el campo intelectual o en el educativo?

¿O es que hemos llegado ya a un punto en que resulta imposible siquiera parar, sea con la acción, sea con el pensamiento, lo que parece una inevitable deriva hacia la aniquilación de España?